El término lenguaje inclusivo se usa en la comunicación actual con varios sentidos, si bien próximos, y ello por la extensión semántica del adjetivo inclusivo. En la discusión lingüística científica y en el debate social suele vincularse a las propuestas de un uso de la lengua en el que el género gramatical masculino deje de representar conjuntamente a hombres y mujeres, evitando el denominado masculino inclusivo o genérico. Con ello se pretende contribuir a erradicar lo que se conoce como sexismo lingüístico, fenómeno que abarca no solo cuestiones relativas al género gramatical, sino también usos léxicos discriminatorios para la mujer, enfoques discursivos androcéntricos y pautas de comportamiento machista en la interacción comunicativa. Con el sentido aludido, el lenguaje inclusivo podría encuadrarse dentro del llamado lenguaje no sexista y, al mismo tiempo, como parte del proceso que se conoce como feminización del lenguaje, cuyo fin es visibilizar el género femenino.

[Dibujo] siluetas de hombres y mujeres

Gerd Altmann (Pixabay)

Además de convivir con la variante lenguaje incluyente, apenas empleada en España, algo más en América Latina, lenguaje inclusivo se usa también como sinónimo de lenguaje no sexista y de lenguaje igualitario. Con menor frecuencia se ha usado el término para crear conciencia social sobre aspectos comunicativos que inciden en la segregación étnica o en la marginación de personas con discapacidad, por lo que a veces encontramos la precisión lenguaje inclusivo de género o lenguaje inclusivo en cuanto al género, así como la expresión lenguaje inclusivo y no sexista. Finalmente, lenguaje inclusivo cuenta más recientemente con otro contenido semántico, pues se usa para proponer un uso de la lengua que asuma la diversidad de género, superando el binarismo masculino / femenino.

Todos los términos mencionados anteriormente se han formado por sintagmación y, por lo que respecta a los formados con la base lenguaje, se pone de relieve que en la terminología lingüística se selecciona esta base antes que lengua, aunque posteriormente pueda darse una sustitución Sin embargo, no es previsible lengua inclusiva, puesto que se detecta la tendencia al uso de español inclusivo, del mismo que ocurre en francés o italiano, donde alternan langage inclusif / français inclusif (fr.) y linguaggio inclusivo / italiano inclusivo (it.). Al igual que en español, en estas lenguas puede aparecer el término con la especificación de genre (fr.), di genere (it.), mientras que en inglés y alemán está prácticamente fijada: gender-inclusive language (ingl.), genderinklusive Sprache (al.).

El estudio sobre el sexismo lingüístico alcanza relevancia en los años setenta, cuando germina en Estados Unidos el movimiento feminista de la diferencia, que reivindica la diferencia sexual para impulsar la liberación de la mujer, sometida por el varón en el sistema de patriarcado. En este contexto, surgen las propuestas de un lenguaje inclusivo contrapuesto a lo que se observa como un lenguaje que excluye a la mujer. La interpretación del sexismo por causa del género gramatical parte de la consideración de motivaciones semánticas en las marcas de género, por un lado, y, por otro, en el relativismo lingüístico de tipo cultural, según el cual la lengua nos orienta en nuestra representación del mundo, y, más allá, en la concepción de que la lengua conforma lo social, de manera que no se pueden separar el androcentrismo social y el lingüístico. En el ámbito hispanohablante se publican a mediados de los años ochenta las primeras guías de uso no sexista por parte de administraciones y organizaciones y lo relativo al género gramatical suscita una gran polémica.

Con la irrupción de la teoría queer en la década de los noventa, lenguaje inclusivo adquiere un nuevo sentido, por cuanto comienza a usarse para plantear la eliminación de toda marca de género gramatical, huyendo del binarismo y amparando la diversidad de género. Igualmente, se emplea en un sentido más amplio, no restringido a lo gramatical, que comprende usos no peyorativos con relación a las distintas identidades de género de la comunidad LGTBIQ+ (lesbiana, gay, transexual, bisexual, intersexual y queer, más el resto de diversidades). El propósito es contribuir a la supresión de la heteronormatividad, que remite a un único modelo de género basado en el sexo biológico. Del mismo modo que en el feminismo postestructuralista, el foco en la teoría queer se sitúa en la concepción del género como una construcción social, pero en lugar de promoverse un lenguaje no sexista, se promueve un lenguaje neutral en cuanto al género, por tanto, un lenguaje inclusivo frente al lenguaje binario.

Por consiguiente, no existe hoy un único modelo de lenguaje inclusivo y simultáneamente se nos guía hacia un lenguaje inclusivo no sexista y hacia un lenguaje inclusivo no binario. Para la visibilización de la mujer, se propone la mención separada de lo femenino mediante el desdoblamiento, la creación de formas en femenino para oficios, cargos, títulos o el uso de sustantivos colectivos abstractos en lugar del masculino genérico. Por otro lado, con la premisa de la diferencia entre sexo biológico y percepción psicosocial que un individuo tiene de su género, se ha postulado un nuevo morfema –e para evitar toda marca masculino/femenino, con el objetivo de un lenguaje inclusivo no binario. En la lengua escrita se presentan otras alternativas, como la @ o la x, que favorecen un uso económico de la lengua, aspecto central en el argumentario contra estas preceptivas lingüísticas de género. En este punto, cabe anotar el empleo del término escritura inclusiva, más restrictivo que lenguaje inclusivo. Cualquiera de estos modelos supone una ruptura con la norma del español estándar, por lo que sus defensores han emprendido la lucha por una reforma lingüística en la que el foco se coloca fundamentalmente en el género gramatical.

En el CORPES XXI se documenta lenguaje inclusivo desde 2009; en concreto, se localiza en el informe para la formación del profesorado de Gallardo Linares y Escolano López que publica la Universidad de Málaga:

  • Los cambios de la sociedad repercuten en el lenguaje que utilizamos y el lenguaje inclusivo es el producto de la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres. Es conocido el lenguaje inclusivo en el aula como referirnos a alumnos y alumnas, sin obviar ambos sexos reduciéndolos al género masculino, pero se debe conocer también el lenguaje inclusivo en relación al colectivo LGTB. Esto es, referirnos a gays, lesbianas, transexuales y bisexuales por separado y no referirnos a gays para todos. [Informe diversidad afectivo-sexual en la formación de docentes (España), 2009]

A partir del Informe sobre sexismo lingüístico que elabora en 2012 Ignacio Bosque, se difunde en los medios de comunicación la controversia que genera el uso de un lenguaje inclusivo, aunque no figura el término en este informe:

  • La periodista June Fernández, directora de la revista con enfoque de género Píkara Magazine, considera que se han mezclado dos debates. «Está muy bien analizar las guías e identificar sus excesos, pero el manifiesto no hace solo eso sino que además niega la mayor y deslegitima la defensa del lenguaje inclusivo», dice. [BBC News, 8/03/2012]

En el OBNEO, el primer registro de lenguaje inclusivo data de 2013 y testimonia el proceso iniciado en el ámbito corporativo para normativizar un lenguaje inclusivo y no sexista; el registro más reciente, de finales de 2020, corresponde a una entrevista con la escritora Isabel Allende:

  • La compañía, con sede en San Javier y fundada hace más de 30 años, es una ‘pyme’ dedicada a la elaboración y exportación a Europa de productos hortícolas, y el 47% de sus cargos de responsabilidad están ocupados por mujeres. La compañía ha revisado más de 50 documentos corporativos para utilizar un lenguaje inclusivo y no sexista. [La Verdad (España), 2/11/2013]
  • También aseguró que le gustaría usar el lenguaje inclusivo con su nieta, a pesar de que reconoce que le está costando. [La Tribuna de Albacete (España), 6/11/2020]

Ciertamente, el uso de lenguaje inclusivo con el sentido de un lenguaje neutral en cuanto al género es menos frecuente en España que en América Latina, donde ha adquirido fuerza especialmente en Argentina:

  • «Todes, Alumnes, Niñes, Medique». Lo había dicho el 26 de marzo la Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, en la web oficial y con el título: «Reflexiones para un lenguaje inclusivo». Pero el texto recién tomó resonancia ahora. Es que es anterior al «Todes les diputades» o el «chiques» (en vez de «chicos»), que hace una semana usó la vicepresidenta del centro de estudiantes del Carlos Pellegrini ante las cámaras de TN y abrió el debate sobre la «guerra a la O». [Clarín (Argentina), 19/06/2018]

Con todo lo expuesto, queda patente que lenguaje inclusivo es un neologismo necesario en el marco de un proceso imparable de reivindicación social de la no exclusión por género. Por ello, y porque se constata su creciente extensión en el habla desde hace más de una década, conviene que no se demore más su sanción en los diccionarios, incorporando tanto el sentido relativo a un uso no sexista como a un uso no binario. Por último, puesto que se detecta también su uso con el sentido de un lenguaje con sensibilidad hacia cualquier grupo humano expuesto a la exclusión social, conviene igualmente que se registre esta acepción genérica.

Carmen Sánchez Manzanares
NEOROC, Observatorio de Neología
Universidad de Murcia (España)

lenguaje inclusivo m.

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