Uno de los diccionarios preferidos de don Fernando Lázaro Carreter era Lo Zingarelli, y yo conservo en mi biblioteca el último ejemplar que él utilizó, del 2002. Sí, ese insigne filólogo y lingüista español usaba el magnífico Vocabolario della lingua italiana de Nicola Zingarelli, y lo hacía porque en español no teníamos —ni tenemos aún— nada parecido.
Y en ese libro de la biblioteca de don Fernando está recogida la voz genialoide, y fechada en 1908, igual que en la versión en línea del diccionario Il Sabatini Coletti, accesible en internet gracias al diario Corriere della Sera.
Ahora nos toca, a ustedes y a mí, decidir si estamos hablando de un neologismo (sabemos que los lexicógrafos sí lo consideran así). Está claro que en italiano no lo es, pues ya lleva un montón de años —más de cien— en esa lengua hermana; pero el calco/préstamo o como queramos llamarlo nos llegó al español en épocas más recientes, y aún no está recogido en los principales diccionarios, por lo que, aunque con ciertos reparos, sí podemos incluirlo entre las palabras recién llegadas a nuestro idioma, si es que nos atrevemos a considerar como recién llegado a un adjetivo que está recogido en el Corpus Diacrónico del Español (CORDE) de la Real Academia Española en un documento de 1968…
En cuanto a la formación de genialoide, si nos atenemos al español, no tendremos más remedio que avisar a los lexicógrafos de la Asociación de Academias de la Lengua Española para que añadan un significado más en la definición de –oide en el Diccionario (DRAE23), pues hoy solo dicen esto:
1. elemento compositivo. Significa ‘parecido a’, ‘en forma de’. Metaloide. Androide. Adopta también las formas –oideo, –oides. Lipoideo, hialoideo. Cuboides, deltoides.
2. sufijo. Añade matiz despectivo en adjetivos derivados de otros adjetivos. Feminoide.
Recapitulemos: la definición de genialoide en Lo Zingarelli es «persona dotata d’ingegno vivace ma disordinato e bizzarro», y en ese mismo diccionario nos explican que bizzarro es lo mismo que originale y stravagante. Nos corresponde, pues, a ustedes y a mí, decidir si tanto el genialoide italiano como el español están cargados de cierta sorna, es decir, que si alguien nos aplica ese adjetivo se está riendo de nosotros, y no es tarea fácil, pues según el contexto puede parecer también un piropo, como sucede en el ejemplo antes citado del CORDE (de 1968), donde el autor califica de genialoide al filósofo Henri de Saint-Simon en un contexto en el que todo son halagos para el personaje:
- […] el ideal exacto de la ciencia físico-natural, de la física matemática moderna como la forma par excellence del saber científico y el fenómeno de la revolución industrial, sobre el cual le había abierto los ojos su maestro, el genialoide Saint-Simon.[Fueyo Álvarez, Jesús. Estudios de teoría política (España). Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1968]
Ocurre lo mismo al menos en dos de los cuatro ejemplos de esa palabra documentados en el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) de la Real Academia Española; en el primero (de 1995) el autor habla de la «locura genialoide» con un claro matiz despectivo:
- […] El razonamiento de la descalificación general y el de la locura genialoide esconden, a mi modo de ver, una falsedad literaria y una falsedad histórica. [La Vanguardia (España), 16/05/1995]
En el segundo (de 1996) se menciona, también con evidente tono descalificador, la actitud de un escritor en un programa de televisión:
- […] Para tal demostración, Pombo echó mano de una teatralidad aparatosa y genialoide que hubiera lucido maravillosamente en un programa de Hermida. [El Mundo (España), 10/05/1996]
Mas en los dos siguientes (ambos de 1996), que pertenecen a dos artículos periodísticos del mismo autor —Francisco Umbral—, no se colige ninguna descalificación; en uno, refiriéndose al torero Manolete, dice de él:
- […] La verdad era el otro, Manolete el callado, el hombre bueno, Manolete no dado a la entrevista, Manolete sin novia, grande y triste, réplica de honradez para este hombre, para esta bailarina genialoide que les bailó a Picasso y don Ernesto. [El Mundo (España) 10/05/1996]
En el otro usa el adjetivo al hablar con admiración de un escritor:
- […] El Palace está de reformas y he leído un reportaje donde se recuerda su pasado literario, pero se olvidan de gentes como Julio Camba, el gran humorista, hombre solitario y genialoide, que vivió fijo en este hotel». [El Mundo (España), 15/12/1996]
En cuanto a las otras apariciones de nuestro adjetivo neológico registradas por el Observatori de Neologia, tomadas de periódicos españoles, la primera en 1989 y la última en el 2015, si las leemos atentamente podemos comprobar que solo una de ellas es claramente despectiva —la del primer ejemplo—, mientras que en los demás casos tienen un matiz claramente positivo, muy evidente en algunos, como en los otros dos que reproduzco en segundo y tercer lugar:
- […] La falta de un mayor papel de Joan Saura, que desde su serena naturalidad es una fuente inapreciable de sentido común, lejos de salidas genialoides, y con los pies muy bien asentados en el suelo. [El País (España), 3/06/2004]
- […] Lara supo romper clichés editoriales, tuvo una intuición bastante genialoide y una visión única del sector. [La Vanguardia (España), 1/10/1998]
- […] Andahazi podría haber hecho otra novela, la del pecador, la del Salieri que sufre la facilidad genialoide del Mozart. [El País (España), 27/03/1999]
Así las cosas, nos toca avisar a quienes redactaron el DRAE23, para que en la próxima edición cambien la redacción de la segunda acepción en la entrada –oide, de forma que diga algo así como:
2. sufijo. Añade matiz despectivo o admirativo en adjetivos derivados de otros adjetivos. Feminoide. Genialoide.
Y, ya de paso, se me ocurre que también habrá que sugerirles que den luz verde a nuestro genialoide, aunque a don Fernando Lázaro Carreter se le olvidara jugar con él en algún artículo de su Dardo en la palabra. Es más, si aún estuviese en la Real Academia Española y surgiera el genialoide en alguna de las sesiones plenarias de los jueves por la tarde, estoy seguro de que votaría por incluirla en el Diccionario.
Alberto Gómez Font
Excoordinador general de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), exdirector del Instituto Cervantes de Rabat, miembro del equipo Palabras Mayores
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