La sobreoferta es, parece obvio decirlo, una ‘oferta que excede a lo necesario o recomendable’. Así se define en Alvar, que es uno de los pocos repertorios lexicográficos que registra esta palabra.
¿De qué tenemos sobreoferta en castellano? Pues de casi todo, pero la combinación de palabras más frecuente que encontramos es sobreoferta de petróleo. De hecho, así es la primera documentación en 1992 que recoge la Real Academia en su banco histórico de registros (CREA) y seguimos en la misma línea más de veinte años después porque es uno de los valores que más condicionan nuestro mundo actual: el petróleo puede tumbar economías de gigantes o servir como arma desestabilizadora entre gobiernos:
- El petróleo vuelve a caer por la sobreoferta y la incierta demanda. [La Voz de Galicia (España), 25/01/2016]
- Miembros de la OPEP, cada vez más a favor de poner fin a sobreoferta [www.elfinanciero.com.mx (México), 13/02/2016]
Sin embargo, tenemos también sobreofertas de empleo, de plazas, de inmuebles, de dólares, de vuelos… e incluso de centros comerciales:
- Hubo sobreoferta de flores por San Valentín [www.eluniverso.com (Ecuador), 11/02/2016]
- Wall Street: ¿sobreoferta o sobredemanda de acciones? [www.mercado.com (Argentina), 24/11/2000]
- ¿Hay sobreoferta de centros comerciales en varias provincias? [El Comercio (Perú), 14/03/2016]
La popularización de este término económico provoca que los periodistas lo empleen con mucha frecuencia. Mayoritariamente lo escriben sin guiones entre el prefijo sobre– y la base, oferta; aunque esporádicamente se puede encontrar unidas de este modo o mediante un espacio en blanco:
- No todo es sobre-oferta en las materias primas: la escasez de azúcar dispara su precio [www.eleconomista.es (España), 19/10/2015]
Esta palabra refleja muy bien las tendencias de nuestra sociedad occidental donde la oferta y la demanda de productos y de servicios condicionan el ritmo de la economía desde comienzos del siglo xix con la expansión de la sociedad de consumo, por ello, idiomas como el italiano (eccesso di oferta, offerta eccessiva), el portugués (excesso de oferta) o el francés (offre excédentaire) también la han incorporado en sus vocabularios. Igualmente en castellano se pueden encontrar ejemplos de uso de formas extendidas como exceso de oferta u oferta excesiva, pero con una clara prevalencia de la forma en una sola palabra cuando se quiere proporcionar una pátina técnica al texto.
Probablemente la forma castellana provenga de la construcción inglesa oversupply imitando su estructura morfológica de prefijo más base. Esta forma, oversupply, se atestigua en el Corpus of Historical American English desde 1895 y con el paso de los años ha ido aumentando la cantidad de registros que presenta.
En ocasiones, sobreoferta se emplea como sinónimo absoluto de la forma sobreproducción, aunque este término económico se refiere específicamente a acumulación de producción no vendible debido a la bajada de la demanda, mientras que sobreoferta podría considerarse un concepto más general dado que no implica directamente la idea de fabricación, sino que habla del exceso de oferta de cualquier tipo de bien u objeto (flores, acciones, centros comerciales…). Lógicamente, en la prensa económica se procura ofrecer un estilo fresco y no repetitivo por lo que ambos se emplean como ideas afines y también se utilizan paráfrasis como exceso de producción o las mencionadas oferta excesiva o exceso de oferta.
A pesar de que el término sobreoferta no esté registrado en los grandes diccionarios de referencia como el DRAE, el Clave, el DUE o el DEA, parece que tiene todos los visos de acabar formando parte del vocabulario económico cotidiano de los hispanohablantes.
María del Carmen Méndez Santos
Universidad Prefectural de Aichi (Japón)