En 1994 la multinacional Danone inició una campaña publicitaria para lanzar un nuevo producto al que denominó yogur griego. En el anuncio aparecía una mujer ataviada con la ropa tradicional de este país, que supuestamente mostraba su enfado porque España le había arrebatado a Grecia su último tesoro más preciado. El uso de los colores propios de la bandera de Grecia (blanco y azul) en el etiquetado, junto a una imagen que evocaba el templo de Poseidón en Sunio (a sesenta y cinco kilómetros de Atenas), provocó ciertos equívocos acerca de su lugar de fabricación y generó una intensa polémica con la empresa productora de yogures en Grecia, Fage Dairy Industry S. A. (FDISA), que desembocó en una demanda judicial. No obstante, el uso del gentilicio fue un artilugio publicitario acerca de sus características, ya que la denominación de griego para el yogur no implicaba que este alimento se hubiera producido en esa zona geográfica. Prueba de ello es que en el etiquetado se indicó la designación del fabricante, así como el lugar en el que el producto era elaborado (Parets del Vallès, Barcelona), por lo que no cabía ninguna duda de que se había fabricado en España. De hecho, en 1998 la campaña publicitaria se modificó y en ella se expresaba claramente que era un yogur «fabricado en España a la receta griega».