La voz autoconocimiento remite a la notoria máxima «Conócete a ti mismo», que, como es sabido, figuraba inscrita en el oráculo de Delfos, en el pronaos del templo que aquella ciudad de la Grecia clásica tenía dedicado al dios Apolo: γνῶθι σεαυτόν (gnóthi seautón, en transliteración a la grafía latina); traducida luego a esta lengua como nosce te ipsum, se convirtió en un tópico fundamental de la tradición cultural occidental, presente en el discurso de los más importantes pensadores de todas las épocas, empezando ya por los filósofos de la Grecia clásica.