A pesar de ser una voz de notable uso en la actualidad, antidesahucio(s) no aparece en ningún diccionario de referencia del español: ni en los prescriptivos, ni en los descriptivos ni tan siquiera en los de neologismos. Ello demuestra dos cosas: la primera, que es una palabra de muy reciente difusión en el español; y la segunda, que al responder a un esquema de prefijación absolutamente regular, transparente y productivo no parece haber necesidad de recogerla en repertorios lexicográficos al uso. Resulta llamativo que esta palabra no aparezca en fuentes hispanoamericanas, excepción hecha de cuando se informa, en textos periodísticos, de noticias relacionadas con España.
La palabra antidesahucios, como muchos otros neologismos, es consecuencia directa de una época y de una determinada situación social o económica, en este caso concreto, de las inexplicables secuelas de la aguda crisis económica que sufre España (y otros países) desde 2008. De ahí precisamente que su significado se haya configurado solo a partir de una de las acepciones posibles del verbo desahuciar: ‘dicho de un dueño o de un arrendador: despedir al inquilino o arrendatario mediante una acción legal’. Acción legal, que no siempre justa, por cierto. A partir de este verbo (con ese significado específico) y del sustantivo asociado desahucio se ha creado una palabra que esconde una verdadera lucha ideológica y social: antidesahucio(s), que podríamos definir como ‘aplicado a personas, grupos de personas, ideologías o acciones, que actúa o se manifiesta en contra de la ejecución de desahucios’.
No deja de resultar curioso que este neologismo, que es hoy de uso muy extendido en todas las clases sociales, se haya creado, paradójicamente, a partir del uso más técnico y jurídico del verbo desahuciar y del sustantivo desahucio. Otros significados muy frecuentes de desahuciar (‘quitar a alguien toda esperanza de conseguir lo que desea’, ‘dicho de un médico: admitir que un enfermo no tiene posibilidad de curación’) no parecen haber desarrollado parejos procesos de prefijación con anti-.
Como muchas formaciones en anti-, la palabra presenta una notable fluctuación en cuanto a la unión gráfica del prefijo con la base: antidesahucios, anti-desahucios, anti desahucios:
- La Justicia se une contra el decreto antidesahucios de Rajoy. [El País (España), 23/12/2012]
- Canarias estudia el decreto anti-desahucios. [http://www.eldiario.es/canariasahora/politica/Canarias-estudia-decreto-anti-desahucios_0_120389059.html]
- El TC deja sin efecto el decreto anti desahucios suplido por la ley.
[http://www.granadahoy.com/article/andalucia/1641662/tc/deja/sin/efecto/decreto/anti/desahucios/suplido/por/la/ley.html]
Se trata de una formación prefijada en la que el prefijo anti– se une a un sustantivo (desahucios) que, tras esa prefijación, suele actuar como un adjetivo (o como un sustantivo en aposición) modificando a otro sustantivo previo.
La formación antidesahucios suele mantenerse invariable —sin modificación de número— tanto si el sustantivo al que se adjunta está en plural como si está en singular:
- Coincidiendo con el debate de esta iniciativa, varias decenas de colectivos antidesahucios se han concentrado frente al Congreso. [La Vanguardia (España), 13/02/2013]
- La banca protesta por el coste del plan antidesahucios. [El Sur (España), 21/11/2012]
No obstante, también es frecuente que la formación antidesahucio —igualmente sin modificación de número— se mantenga como tal con independencia del número (singular o plural) del sustantivo al que acompaña:
- Estos son los protagonistas y las escenas del último y polémico modelo de protesta del colectivo antidesahucio. [El País (España), 13/04/2013]
- No obstante, a la altura del número 27 de la calle de Lagasca, los activistas antidesahucio se han topado con un cordón policial que les impedía seguir avanzando. [La Vanguardia (España), 13/04/2013]
Las fluctuaciones —en este caso, de colocación en el sintagma nominal— se producen igualmente cuando son dos los complementos que recibe un determinado sustantivo, en tal situación antidesahucios puede aparecer como primer o como segundo complemento con cierta libertad, como se ve en ejemplos del tipo «decreto andaluz antidesahucios» o «decreto antidesahucios andaluz».
Por otro lado, y como es habitual en español, el adjetivo puede aparecer actuando frecuentemente como sustantivo:
- Un diputado del PP debate con los antidesahucios tras un escrache. [El País (España), 13/04/2013]
Aunque en español pueden encontrarse otros sustantivos que coexisten con desahucio (del tipo desahucie o desahuciamiento), la formación con anti– se ha fijado principalmente en la palabra antidesahucios, de manera que no parecen mínimamente operativas en nuestro idioma palabras posibles del tipo (??) antidesahucie o (??) antidesahuciamiento.
Tampoco parecen haberse fijado —por lo menos, por el momento— otras formaciones que, aun siendo posibles en español, no han encontrado todavía carta de naturaleza en los textos: (??) antidesahuciar, (??) antidesahuciado… Sin embargo, dada la frecuencia actual de nuestra palabra, no es descartable que puedan irse creando algunas palabras de esta familia léxica:
- El Sr. Blázquez, anti-desahuciador por antonomasia, en congruencia con los deseos tan buenistas que muestra, —siempre con el dinero de los demás—, debería perdonar la deuda a D.ª Isabel para dejarla gobernar libremente. [http://www.diariocordoba.com/noticias/cordobalocal/bellido-dice-podemos-marca-agenda-politica-ayuntamiento-cordoba_1012941.html]
La rápida y amplia extensión de la voz antidesahucios —y toda la carga de justicia social y plausible reivindicación política que conlleva en español— ha favorecido que, como reacción ideológica, se vayan asentando también en el idioma formaciones léxicas de significado marcadamente opuesto:
- Eso sí, ni una sola crítica a la política prodesahucios del gobierno del Lado Oscuro de Rajoy. [http://cordopolis.es/la-ciudad-desnuda/2015/04/02/el-imperio-contraataca/]
Todo este entramado de palabras de la misma familia léxica no hace sino traslucir la bullente actualidad de estos conceptos y de las luchas económicas e ideológicas que transparentan. Aunque la muerte de una palabra no es en sí un hecho jovial, si la progresiva recuperación económica consiguiera frenar en seco los problemas sociales y los desahucios a ellos asociados, las congojas por la desaparición de este neologismo serían menores. Las penas con pan son menos y las penas sin desahucios… casi nada.
David Serrano-Dolader
Universidad de Zaragoza (España)