La expresión primavera árabe es una locución nominal utilizada para denominar una serie de revueltas sociales que se produjeron en diversos países del norte de África y de Asia oriental: arrancaron en Túnez a finales de 2010 y se extendieron rápidamente a Egipto, Libia, Siria y otros Estados. Fueron la eclosión del grave descontento social de ciudadanos hartos de la falta de derechos democráticos, precariedad laboral y crisis alimentaria. Sus consecuencias, que se alargan hasta hoy día, fueron también radicales e incluyeron la caída de regímenes o el inicio de guerras.
La denominación primavera árabe, con su correlato idéntico en otros idiomas (arab spring, printemps arabe, arabischer Frühling, etc.), pudo originarse por la fecha de los levantamientos que se iniciaron tras el primer incidente que prendió la llama de las revueltas más que por dicho acontecimiento en sí, que sucedió en diciembre de 2010: un ciudadano tunecino se inmoló como expresión de su profunda frustración ante las políticas de su país. Así, el nombre señala la generalización de los levantamientos, más que su gestación. No obstante, si se seleccionó dicha estación para denominar el fenómeno y no el invierno en que estrictamente empezó es en parte por la metáfora conceptual asociada a la primavera como una época positiva en que resurgen la esperanza y la vitalidad tras un periodo de inmovilismo. Esta metáfora ha quedado parcialmente recogida en la acepción 7 del Diccionario de la lengua española de la Real Academia: ‘tiempo en que algo está en su mayor vigor y hermosura’, como por ejemplo, en el siguiente caso:
- [El señor Ashwell] sigue insistiendo en la «primavera económica» y la gran recuperación del país. [ABC (España), 20/10/2000]
El uso del momento del año en que ocurre un fenómeno para la denominación de este es muy común; la Ortografía de la lengua española ofrece muchos ejemplos en su capítulo sobre las mayúsculas: Primavera de Praga, Revolución de Octubre, Semana Santa… Nosotros añadimos Septembrina, Noche de los Cristales Rotos, Semana Trágica, Mayo del 68, 15M (por ‘15 de Mayo’), etc. La Ortografía académica es muy clara al señalar cómo deben escribirse estas denominaciones: por tratarse de nombres propios, se escriben con mayúscula inicial (cada una de las unidades léxicas que las componen) y de redonda (n. b.: la cursiva en el presente artículo la empleamos porque hacemos un uso metalingüístico de la expresión), por lo que quedan fuera de los repertorios lexicográficos. Son nombres propios porque se corresponden con objetos únicos, materiales o abstractos. También la Fundación del Español Urgente (Fundéu) indicó en una recomendación publicada en septiembre de 2013:
En los inicios del uso de ese término, en el año 2011, la Fundéu BBVA aconsejó que se emplease la minúscula por tratarse de una denominación más que alternaba en el uso con otras como revolución árabe y revueltas árabes, pero en la actualidad, al haberse consolidado Primavera Árabe como antonomasia, se recomienda escribirlo con iniciales mayúsculas.
Sin embargo, se encuentran en la prensa numerosos ejemplos en los que esta expresión aparece con minúsculas iniciales, como los siguientes:
- Y esto porque, desde el estallido de la primavera árabe, varios sectores económicos han quedado paralizados, con lo que el turismo ha ido adquiriendo cada vez más protagonismo. [La Vanguardia (España),28/06/2015]
- China se ha implicado poco en el plano político y diplomático en Oriente Próximo, pero desde el inicio de la primavera árabe ha repensado su política en la zona. [El País (España), 10/05/2013 ]
- Argelia ha aguantado frente a la primavera árabe, pero la toma de rehenes le ha obligado a abandonar su silencio y actuar. [La Vanguardia (España), 29/01/2013]
- Crisis capitalista, justicia social y ambiental son los temas que debate el Foro Social en Porto Alegre, que ha integrado a las nuevas protestas mundiales: la primavera árabe, los indignados, Ocupa Wall Street y los estudiantes de Chile. [La Jornada (México), 27/01/2012]
- De esta forma, el escenario más temido para Occidente como consecuencia de la primavera árabe parece estar haciéndose realidad, mediante el fortalecimiento de un islamismo radical. [El Comercio (Perú), 14/09/2012]
El caso de primavera árabe es uno de los muchos ejemplos de neologismo en los que se puede observar la frontera imprecisa entre el nombre propio y el común, así como el bajo grado de fijación normativa que se suele encontrar en los nuevos términos, incluso para conceptos de cuya existencia y definición no se duda, que han tenido una enorme repercusión social y que han encontrado cabida en los diccionarios de otras lenguas, como el inglés (Oxford English Dictionary), el francés (Le nouveau Petit Robert) o el alemán (Duden).
Irene Renau
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (Chile)