«Tu esclava está ahora mirando la pared con fijeza estúpida, abiertos los ojos como platos, con el asombro y el temor de una niña que ve romperse entre sus manos el más lindo juguete», así describía Vicente Blasco Ibáñez, en el cuento «La caperuza» (1893), la mezcla de pavor y sorpresa con que una madre descubre la enfermedad de su hijo. No es un caso aislado: la misma imagen hiperbólica aparece, por ejemplo, en «El cazador de orquídeas», del argentino Roberto Arlt.
El símil expresivo entre ojos y platos, pues, se viene usando en español desde hace al menos un siglo. Ahora bien, su transformación en adjetivo es muy reciente. En concreto, los primeros registros que constan en el Observatori de Neologia y el CORPES XXI datan de 2009 y 2010. No se mantiene el temor, pero sí la expresiva sorpresa:
- A continuación, Eblé presentó una colección que dejó a más de uno ojiplático. Un desfile, más que ecléctico, confuso y caótico, donde «el todo vale» pisó sin sonrojo alguno la pasarela. [El País (España), 11/02/2009]
- Sí, hace un tiempo me quedé ojiplática viendo a esta señora en televisión. No tanto por ella, sino por las situaciones que contaban. [Mamá sin complejos (blog) (España), 30/10/2010]
Este adjetivo combina dos mecanismos de formación de palabras: la composición y la derivación. Así, se han fusionado los sustantivos ojo y plato mediante la vocal de enlace –i-, a lo que se suma el sufijo adjetival -ico, ca. Son muchas las palabras del español generadas así (machihembrar; picapedrero, -ra, etc.), pero ojiplático, -ca es peculiar por dos razones.
Por una parte, es uno de los raros casos en que el sufijo ‒ico, ca forma un adjetivo calificativo, esto es, que expresa una cualidad del sustantivo al que acompaña. La inmensa mayoría de los adjetivos derivados con este sufijo, en cambio, son de tipo relacional, es decir, no aluden a una cualidad del nombre, sino que especifican el campo con el que se relaciona (académico, -ca; acuático, -ca, etc.).
Y, por otra parte, también es infrecuente el camino que este adjetivo ha seguido en su formación. Al contrario que la mayor parte de voces formadas por composición más derivación, ojiplático, -ca no se ha construido a partir de meramente dos palabras, sino de la expresión ojos como platos, una unidad fraseológica que se combina con verbos como abrir o poner.
En algunas lenguas próximas, hay unidades léxicas que recurren a la comparación con platos para trazar una imagen de sorpresa o gran emoción en los ojos. En inglés, es el caso del adjetivo saucer-eyed, que según el Oxford English Dictionary se remonta al menos al siglo xvi; en francés, el de la locución faire des yeux comme des soucoupes. Es difícil rastrear el origen de esta imagen en español, pero es probable que se deba más a mecanismos internos que a la influencia de otros idiomas. No en vano, en el campo semántico de los adjetivos de sorpresa son frecuentes los compuestos en que el núcleo es una parte del cuerpo (boquiabierto, -ta; patidifuso, -sa).
Como decíamos, el paso de la expresión ojos como platos al adjetivo es reciente. En los últimos años, la voz aparece con relativa frecuencia en artículos de prensa, entradas de blog y programas radiofónicos:
- Estos días un anuncio de gafas de sol de Multiópticas nos dejaba a más de una ojiplática. [La Opinión de Zamora (España), 21/06/2017]
- Mejide y Vázquez escuchaban su historia conmovidos, como si asistieran a un cuento de Dickens, pero creo que algunos espectadores, además de mí, nos quedamos ojipláticos, preguntándonos dónde estaba la tragedia. [El País (España), 16/01/2019]
- Estamos en una situación, vamos, Orwell yo creo que estaría ojiplático con esto. [La Ventana, Cadena Ser (España), 12/06/2019]
- Aquella real decisión dejó ojipláticos a los que practicaban, como ahora y por los siglos de los siglos, amén, el adivinar quién ocuparía los puestos de dedo. [El Adelantado (España), 6/03/2020]
- «Nos quedamos ojipláticos», dice José Luis Meseguer, de 62 años, a este suplemento. [El Mundo (España), 2/05/2020]
Con frecuencia, el adjetivo ojiplático, -ca va asociado a contextos humorísticos, a veces con un cariz irónico, como el ejemplo penúltimo. Según los corpus consultados, la voz aparece exclusivamente en textos de España y, a la luz de la edad de los periodistas, blogueros y entrevistados que la emplean, parece estar restringida a la franja demográfica de hablantes de mediana edad, aunque la muestra es pequeña y, además, es un perfil sobrerrepresentado en estos medios. Justamente de este factor dependerá la pervivencia de la voz, hoy por hoy aún incierta: ¿seguirá usándose en los próximos lustros? Y lo que quizá sea más importante: ¿cruzará las barreras generacionales? De momento, solo dos de los grandes diccionarios generales, el DUE (en su cuarta y última edición) y el VOXUSO (solamente en la versión digital) han incorporado el adjetivo, pero, si el futuro cercano responde «Sí» a las preguntas precedentes, todos ellos, incluido el DLE, podrían incluirlo con las marcas Esp. y col. en sus próximas ediciones.
Juan Carrillo del Saz
Universitat Pompeu Fabra (España)