La voz revictimización se forma añadiendo a un sustantivo preexistente, victimización, el prefijo re- en el sentido de repetición. Este prefijo se halla en muchas otras palabras (revivir, recoser).
revictimización f.

La voz revictimización se forma añadiendo a un sustantivo preexistente, victimización, el prefijo re- en el sentido de repetición. Este prefijo se halla en muchas otras palabras (revivir, recoser).
Hay términos que nacen marcados por una profunda carga ideológica y que, precisamente por ese motivo, están sujetos a interpretaciones distintas en función de quiénes y cómo los usan, de las prácticas sociales, y de las relaciones culturales y de poder que se dan a lo largo del tiempo. Este es el caso del verbo racializar, procedente del inglés racialize, que hoy se emplea con un significado bastante distinto del que tuvo en su origen.
El sufijo –ita se utiliza para la formación de nombres de minerales. En la base de dichos nombres es muy frecuente encontrar un antropónimo (el científico que descubrió el mineral, el coleccionista u otro personaje famoso, como morganita o torbenita), pero también puede tratarse de un topónimo (normalmente referido al lugar donde se descubrió o se encuentra el mineral, como columbita o ilmenita) o de otros nombres referidos a sus propiedades químicas (como anhidrita o cromita). En el caso de la kriptonita, se trata del planeta Krypton, de donde procede Superman, el personaje mundialmente famoso creado por DC Comics.
En las últimas décadas, con el auge de las tecnologías de la información y la comunicación, las lenguas han incrementado su caudal léxico con el fin de denominar realidades hasta entonces inexistentes. El desarrollo de aplicaciones de realidad virtual o videojuegos 3D ha contribuido a diluir las fronteras entre el mundo real y el ficticio, lo que, sin duda, ha favorecido la creación de nuevos términos y significados. Esto es lo que ha sucedido con la palabra inmersivo -va, un adjetivo que, pese a recogerse en algunos diccionarios generales no académicos desde mediados del siglo xix, se empezó a utilizar en el siglo xviii con un valor más restringido que en la actualidad.
El Diccionario de la lengua española (DLE) indica que la base compositiva des– proviene de la confluencia de los prefijos latinos «de-, ex-, dis– y a veces e-» y se emplea para denotar negación o inversión del significado de la palabra simple a la que va antepuesto, privación, exceso o demasía, o ‘fuera de’.
El neologismo confrontacional es un adjetivo generado por derivación léxica a partir del sustantivo confrontación y el sufijo -al. Desde la perspectiva morfológica, la construcción sigue las reglas de la morfología léxica del idioma para formar un adjetivo. En lo que concierne a su significado, el término ha adquirido el valor semántico de ‘relativo o perteneciente a la confrontación’ y, más concretamente, tal y como se define en el Diccionario de americanismos de la Academia, «que puede provocar confrontación o enfrentamiento», «que provoca confrontación o enfrentamiento».
Esta palabra no está en los diccionarios de papel, y, a simple vista, quizás no haya motivo lexicográfico para que esta clase de diccionarios la incluya. Ya veremos.
El seguimiento de un vocablo como monologuista nos permite observar el tránsito que experimenta una palabra desde diversos ámbitos comunicacionales. Esto, gracias a la capacidad que tenemos como hablantes de descomponer una unidad como monologuista e identificar retazos de monólogodentro de ella:
«Tu esclava está ahora mirando la pared con fijeza estúpida, abiertos los ojos como platos, con el asombro y el temor de una niña que ve romperse entre sus manos el más lindo juguete», así describía Vicente Blasco Ibáñez, en el cuento «La caperuza» (1893), la mezcla de pavor y sorpresa con que una madre descubre la enfermedad de su hijo. No es un caso aislado: la misma imagen hiperbólica aparece, por ejemplo, en «El cazador de orquídeas», del argentino Roberto Arlt.
No hace tanto tiempo, en los primeros años noventa, la humanidad fue testigo del tímido pero afortunado nacimiento de aquello que, por ser inexistente hasta la fecha, se concertó llamar internet. La nueva realidad llegaba ya a este mundo con la intención de dotar de infinitas posibilidades no solo a nuestro día a día, sino también al vocabulario de toda lengua en general y del español en particular —piénsese, por ejemplo, en nuevas voces como hackear, post o youtuber—. Sin embargo, nunca una realidad había sido tan poco material como esta, verdadero almacén intangible y a la vez fácilmente accesible capaz de abastecer a quien a él acuda de un sinfín de contenido que, en ocasiones, puede llegar a formar parte del acopio personal si es descargable. He aquí otro curioso retoño léxico de la era de la información en nuestra lengua.