Un rápido análisis de las tendencias actuales sería suficiente para conducirnos a determinar que uno de los rasgos principales de la contemporaneidad es su amor por el pasado. Pese a la pujanza de las múltiples innovaciones del tercer milenio, parece ser que adoptamos la modernidad con cierta reticencia, permaneciendo anclados a un pretérito que rememoramos con nostalgia. Este hábito a aferrarse al pasado y mitificarlo es lo que ha comenzado a bautizarse como retromanía:

  • Y todo el fenómeno sociológico, técnicamente bautizado como retromanía, podríamos resumirlo también en aquello tan nuestro de descubrir la sopa de ajo. [El País (España), 14/7/2012]
  • Las plataformas y las nuevas tecnologías propulsan la retromanía y resignifican a los mitos populares del pasado ochentero para reconfortarnos. [El País (España), 13/1/2024]
[fotografía] mesilla de noche con un reloj despertador viejo.
Min An (Pexels)

En 2011, el reconocido crítico musical Simon Reynolds publicó Retromania, obra en la que investiga el retroceso crónico al pasado que, según él, caracteriza la creación contemporánea. Son cada vez más los cantantes triunfandores del momento que confiesan haber bebido de fuentes de décadas pasadas. La influencia es evidente en varios artistas emergentes que están arrasando en la industria musical, como Chappell Roan o Tate Mcrae, cuyo sonido e imagen pública están inspirados en la estética de los ochenta y los dos mil respectivamente. Otra manifestación de la reutilización de la herencia musical es la proliferación del sampling, entendido este como la producción de nuevos temas a base de melodías o letras de canciones anteriores. Actualmente, esta práctica está teniendo una recepción muy positiva en el popular género del reguetón, ya que permite aprovechar la inmortalidad de nuestros éxitos favoritos adaptándolos a las modas más recientes. FARDOS de JC Reyes, canción en la que se incorpora la base de Smack that de 2006, o Ritmo de J Balvin, en la que se incluye el icónico estribillo del tema de los noventa Rhythm of the night, son ejemplos de los innumerables hits en los que se aplica esta técnica. El título de la obra de Reynolds fue, sin duda, un catalizador en la expansión del uso del término retromanía para denominar el fenómeno de la adicción a la recuperación del pasado en contextos de crítica musical a partir de la segunda década del siglo xxi:

  • Aún hoy, Is this it es celebrado como una de las cimas musicales de la primera década de este siglo, la de la explosión definitiva de la retromanía, aquella en que, durante un buen rato, se dejó de pensar en hacer algo nuevo y se centró casi todo el mundo en hacer algo divertido. [El País (España), 13/5/2020]
  • Es música pop sin complejos en lenguaje adolescente, pero asentada en los preceptos de los temas radiables del pasado. Un triunfo más de la retromanía, renovada de cuando en cuando. [La Tercera (Santiago de Chile), 23/10/2020]
  • Retromanía burda. Todo lo que se ha hecho bajo el nombre de Queen desde 1992 es una desvergonzada explotación comercial de su pasado. [El Mundo (España), 8/6/2018]

Pero el respeto por los cimientos de la cultura pop no solo se observa en la música. La retromanía late también en el resurgimiento de tendencias que considerábamos enterradas, como los pantalones campana. Tampoco es extraño encontrarla en las calles en forma de comercios de ropa y artefactos de época o laboratorios de fotografía analógica que reciben cientos de carretes al día. Tomando en consideración las inconveniencias de los antiguos aparatos frente a la nueva tecnología digital, y el ímpetu con el que sus usuarios los defienden en redes con el hashtag #filmisnotdead, cualquiera podría considerar que la sociedad actual ha enloquecido. El boom de la serie ambientada en los ochenta Stranger Things, que llegó a colocar a Kate Bush en el top de Spotify, fue otra exteriorización de nuestra pasión por el ambiente de épocas pasadas. Se trata, pues, de un fenómeno relacionado con el revival y el vintage, neologismos ya tratados en el blog. En suma, la retromanía se siente en el espíritu vital que toman los amantes del retro, una comunidad en constante crecimiento, y abraza todas las formas de moda que retomen el estilo de cualquier período del pasado:

  • […] si bien el futuro significa evolución, la tendencia en el cine comercial mundial y en las plataformas de entretenimiento estuvo marcada por la retromanía y la sucesión de nuevas temporadas de viejos éxitos. [El Heraldo de México (México), 28/12/2021]

El término retromanía surge por un procedimiento de composición híbrida que consiste en la agregación del elemento culto –manía (‘locura’) al acortamiento del adjetivo retrospectivo, es decir, retro, un adjetivo asentado ya en el español para calificar aquello inspirado en modelos de un tiempo pasado. El elemento -manía es de considerable productividad en el español actual que, como bien indica el DLE, no solo aporta el significado de «hábito patológico», más próximo al sentido original del vocablo clásico, sino que, por analogía, expresa también el valor de «inclinación excesiva» o «afición apasionada». Con el significado de estas últimas acepciones, que es el que toma retromanía, el formante ha dado lugar a varios neologismos ya incluidos en el DLE, como anglomanía, musicomanía, bibliomanía, grafomanía o mitomanía. La voz aceptada más representativa para este caso es quizá beatlemanía, por su estrecha conexión con la cultura musical del contexto social en el que apareció. En el diccionario francés Larousse ya figura rétromanie.

Sea una condena al estancamiento o una forma de rendir homenaje a aquello que nos ha configurado, no cabe duda de que la retromanía es un fenómeno vivo en la modernidad. Al final, todo se resume en el contraste de que la última temporada de la serie Euphoria, que refleja la vida de la generación Z, esté grabada en analógico, o en que Taylor Swift, la estrella del pop más grande de la actualidad, cante: «vuelvo con más fuerza que un trend de los 90».

Samanta Górnicka
Universitat Rovira i Virgili (España)

retromanía f.

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