En las últimas décadas, con el auge de las tecnologías de la información y la comunicación, las lenguas han incrementado su caudal léxico con el fin de denominar realidades hasta entonces inexistentes. El desarrollo de aplicaciones de realidad virtual o videojuegos 3D ha contribuido a diluir las fronteras entre el mundo real y el ficticio, lo que, sin duda, ha favorecido la creación de nuevos términos y significados. Esto es lo que ha sucedido con la palabra inmersivo -va, un adjetivo que, pese a recogerse en algunos diccionarios generales no académicos desde mediados del siglo xix, se empezó a utilizar en el siglo xviii con un valor más restringido que en la actualidad.