La gastronomía nos une: todos comemos y todos bebemos. Cada cultura, sin embargo, tiene su idiosincrasia particular. Los platos típicos, los ingredientes más habituales y los sabores más recurrentes varían en cada cocina. De hecho, para muchos probar sabores desconocidos, que en ocasiones son de lo más exóticos, es una actividad apasionante e indispensable para adentrarse en una nueva cultura. Así pues, la gastronomía es un puente entre civilizaciones y, por lo tanto, también un canal de transmisión de palabras de una lengua a otra. Son ejemplo de ello préstamos que hemos incluido en el español como marmitako, risotto, coulant, bagel o la palabra que hoy nos ocupa: kombucha.