Quienes en su vida cotidiana tratan con preadolescentes probablemente coincidan en señalar características que los hacen a la vez encantadores y frustrantes: la frescura y los hábitos de la niñez de la que se están desprendiendo conviven con las inquietudes y los cambios que se empiezan a experimentar como anticipo de la adolescencia. Resulta curioso, entonces, que un dato de la experiencia tan fácilmente identificable y tan claramente designado carezca de registro lexicográfico en nuestro idioma. En efecto, preadolescente no aparece como entrada en los principales diccionarios del castellano en general, ni en los diccionarios integrales de variedades de la lengua, a pesar no solo de su historia y difusión, sino de la realidad aparentemente inequívoca que designa.
Aunque ignorada por los repertorios lexicográficos, la voz preadolescente se encuentra en uso en castellano desde por lo menos fines del siglo xix. En un principio, se trató de un término técnico del campo de la medicina y la psicología, uso que registra el CORDE de un texto de Gregorio Marañón de 1937 (Climaterio de la mujer y del hombre) donde lo usa como adjetivo («fase preadolescente»). No obstante, ya en 1966 aparece en el lenguaje común: como sustantivo, también en el CORDE, encontramos una cita de una novela de Juan Marsé, Últimas tardes con Teresa.
Es posible que la ausencia del lema en diccionarios se deba, como suele suceder, a la relativa sencillez y transparencia de su formación. El recurso es la prefijación del nombre adolescente por el afijo pre- con el sentido de ‘anterioridad temporal’; resulta curioso que el DEA incluya preadolescente precisamente para ejemplificar este sentido en la entrada dedicada a pre-. Un enfoque similar se refleja en las definiciones del adjetivo en repertorios dedicados a nuevas voces, como en Alvar2 (‘anterior a la adolescencia’, o el Diccionario de neologismos online (‘que está relacionado con el período anterior a la adolescencia’); en ambos casos, la definición es una paráfrasis de los formantes del vocablo.
El uso revela que, como la realidad que designa, precisar el significado de preadolescente es algo más complejo. Si buscamos determinar exactamente a qué etapa de la vida alude, la unidad preadolescente puede pensarse en función del lugar que ocupa entre niño y adolescente (voces con las que suele coaparecer) en la serie léxica mediante la cual clasificamos a los seres humanos por edad: preadolescente, entonces, designaría a alguien que ha dejado atrás la infancia pero no es aún adolescente. Sin embargo, al observar las coapariciones y variantes más frecuentes, la división se vuelve menos obvia. Por un lado, el adjetivo suele usarse como modificador de niño:
- Cifras aproximadas indican que el 30 % de los integrantes de los grupos terroristas que delinquen en Colombia son menores de edad y casi todos niños preadolescentes [El Tiempo (Colombia), 9/04/2009]
Por el otro, niño suele usarse como sinónimo del sustantivo:
- La compañía acaba de lanzar Play Pack, un móvil para preadolescentes que permite al padre controlar las llamadas y localizar al niño. [El País (España), 5/08/2006]
En otros casos, en cambio, la distinción entre niño y preadolescente es nítida:
- Esta amplia operación, que ha movilizado a unos 330 gendarmes y policías, ha permitido identificar a 310 personas que intercambiaban en la red fotos y vídeos de niños y preadolescentes. [La Vanguardia (España) 13/10/2007]
- Niños y preadolescentes que tienen sobrepeso podrían tener más riesgo de presentar enfermedades cardiacas cuando crezcan, reveló un estudio publicado en The New England Journal of Medicine. [El Tiempo (Colombia), 13/12/2007]
También son muy variables las precisiones acerca de la edad concreta en la cual comienza y culmina la preadolescencia:
- Elías Cohen dirigirá una obra por definir (probablemente El pequeño violín) para público preadolescente (de 6 a 12 años), y otro egresado de la UC, el director Francisco Sánchez, mostrará su versión de El cautiverio feliz para público familiar. [El Mercurio (Chile), 6/10/2006]
- Entre los 8 y 12 años, los preadolescentes tienden a dormirse a una hora relativamente temprana. [El Sur (España), 29/10/2009]
- En tanto los preadolescentes (de 11 a 13 años) disfrutan del entretenimiento tecnológico y películas en Edge. [El Comercio (Perú), 21/12/2013]
Los ejemplos muestran la dificultad que supone una definición lexicográfica de preadolescente que busque trascender la semántica de sus formantes. Tal definición debería resolver, por un lado, la duración de la etapa a la que se asocia, y por el otro, el contraste con los términos vecinos en el paradigma que integra. En este sentido, la elección del hiperónimo suma otro problema: ¿es niño un cohipónimo o un hiperónimo de preadolescente? Teniendo en cuenta los datos analizados, las decisiones no son automáticas y deben tomarse en función del estilo del diccionario en general respecto de otros términos vecinos.
En cuanto a los contextos de aparición, la base de datos del Observatori de Neologia (donde también se registra el sustantivo preadolescencia), el CREA y el CORPES, tal como se observa en los ejemplos, muestran que el adjetivo suele modificar sustantivos que refieren a personas (hija, público, niño, espectador, muchacho) o, menos frecuentemente, sustantivos vinculados con etapas (edad, periodo, años).
La realidad lingüística de preadolescente, ya sea por el lugar que ocupa en el sistema como por sus características semánticas y de uso, sugiere la conveniencia de su inclusión en diccionarios de lengua de nuestro idioma.
Victoria de los Ángeles Boschiroli
Universidad Nacional de General Sarmiento / Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas J. R. Fernández (Argentina)