Desde las primeras ciudades mesopotámicas del milenio cuarto a. C. hasta la actualidad, las ciudades han experimentado, sin duda alguna, muchos cambios que han comportado transformaciones profundas y que, con frecuencia, han implicado derribar y construir de nuevo. De este modo, los límites de las ciudades originales se han ido ampliando y el núcleo urbano original ha pasado a ser designado con denominaciones como ciudad vieja, barrio viejo o casco antiguo, por poner algunos ejemplos. En estos barrios, las calles suelen ser más estrechas, menos iluminadas, hay menos servicios y comercios, los edificios no cuentan con ascensor, etc., con lo que los precios de las viviendas suelen ser más económicos. Este contexto aparentemente poco atractivo, sin embargo, puede llamar la atención de un grupo de personas de un cierto nivel económico que (re)descubren un barrio degradado y depreciado comercialmente, pero que ofrece una buena relación entre la calidad y el precio, con lo que deciden instalarse en él, aprovechando la oportunidad de los precios. Así, empiezan las rehabilitaciones de edificios y adquisiciones de locales para comercios, que, con el tiempo, provocan un aumento de los alquileres o del coste habitacional, y que acaban transformando el entorno: estamos ante la gentrificación.
Debemos el término gentrificación a la socióloga británica Ruth Glass (1912-1990), quien al estudiar los cambios sociales que se daban en Londres en relación con el territorio, bautizó en 1964 de este modo el proceso de transformación de un espacio urbano deteriorado o devaluado a partir de la reconstrucción o rehabilitación de edificios. La palabra está formada por la base gentry ‘alta burguesía’, que a su vez es una variante adaptada del francés antiguo genterise ‘noble’, a la cual se adjunta el sufijo verbal de base latina -ify, que nominaliza como gentrification. Esta forma se ha adaptado a las diversas lenguas, como el español (gentrificación) o el catalán (gentrificació), pero también en lenguas vecinas que ya han dado el paso de incorporarlas en el diccionario como el francés (gentrification o gentryfication en Le Grand Robert), el portugués (gentrificação en el Dicionário Priberam da língua portuguesa) o incluso el alemán (Gentrifizierung, en el Duden). Para evitar el calco, en español se han hecho diversas propuestas, como aristocratización o aburguesamiento, si bien la Fundéu advierte que estos nombres no recogen los matices que tiene la voz gentrificación, aunque apunta también la idoneidad de elitización o elitización residencial como alternativas.
A pesar de la antigüedad que tiene en inglés, el Observatori no lo documenta en español hasta entrado el siglo xxi, en 2004, si bien hay que destacar que aparece tanto en el español peninsular como americano, hecho que evidencia que se trata de un fenómeno generalizado, que tiene una incidencia especial en los países capitalistas y, sobre todo, en ciudades con relevancia económica y un potencial turístico importante:
- Se trata de una ciudad que comienza a dar incluso síntomas de lo que, en los departamentos universitarios de Geografía Humana, definen como gentrificación, un perverso proceso por el que los centros históricos de las urbes y otros espacios en principio degradados comienzan a ser ocupados primero por extraños y muy reducidos colectivos con inquietudes culturales y, después, simple y llanamente por yuppies y no tan ricos dispuestos, a veces obligados porque tampoco hay tanto donde elegir, a pagar barbaridades por pisos con vistas a Santa Maria del Mar, las terrazas del Raval o la siempre ruidosa plaza del Sol. [El Periódico de Catalunya (España), 13/06/2004]
- Para reducir las brechas entre estratos se requiere de una política integral de vivienda que evite la gentrificación, respete la rururbanidad y promueva la evaluación de sus programas; solo así se logrará pasar del discurso a la vivienda para la equidad. [El Mundo (España), 17/10/2012]
- «Estas dos situaciones claramente tienen que ver con un panorama actual y desastroso mayor», complementa Saavedra, citando fenómenos como el abandono, la precariedad laboral, la gentrificación y la especulación inmobiliaria. [Las Últimas Noticias (Chile), 23/06/2013]
- Una consecuencia negativa es la gentrificación, la gente de menos recursos que deja estos barrios porque se hacen muy caros. [La Nación (Argentina), 26/10/2013]
- Los integrantes del colectivo le dijeron que tratan de ser escuchados «para que nos vean como los otros ciudadanos que somos, para que vean que estamos preocupados por las muertes, que estamos preocupados por el despojo, la gentrificación es una nueva forma de exterminio, de desplazamiento». [El Universal (México), 24/11/2016]
- En vez de preocuparnos sobre gentrificación en Lima, quizás un problema más relevante sea cómo podríamos empezar a promover una diversidad de viviendas y un mejor acceso a vivienda asequible dentro de las centralidades urbanas. [El Comercio (Perú), 19/01/2017]
- Según un artículo publicado por Ashley Blackwell en el portal especializado Talk Poverty (Hablemos de Pobreza, en español), hasta los centros de caridad y apoyo social padecen las dificultades de la gentrificación. [El Tiempo (Colombia), 20/05/2016]
De los ejemplos se desprende claramente que no se trata de una rehabilitación feliz. En vez de obedecer a un plan urbanístico dirigido desde las administraciones correspondientes, como fueron el plan Cerdà en Barcelona o la reforma urbanística de París del barón Haussmann, se trata de operaciones especulativas que consiguen un efecto no buscado pero inevitable: los residentes tradicionales acaban abandonando el barrio para ir a otros más periféricos, con lo que el barrio «nuevo» es ocupado por clases sociales con un nivel adquisitivo mayor que les permite afrontar estos nuevos costes. Así, en pocos meses las tiendas de barrio son substituidas por tiendas exclusivas o franquicias de lujo y los restaurantes sustituyen el menú de mediodía económico por experiencias gastronómicas exóticas rebañadas de diseño.
Bajo la apariencia bohemia, pues, la gentrificación esconde una falta de planificación urbanística que mejore los barrios más «gastados» sin necesidad de perjudicar a sus vecinos. A pesar de ello, puede verse la gentrificación de un modo más amable y positivo, como una solución urbanística para estos barrios empobrecidos que parecen haber entrado en una espiral de degradación irrecuperable. Al margen del color del cristal con el que se mire, mejorar la calidad de un barrio no tendría nunca que excluir y desplazar a las personas que viven en él.
Elisenda Bernal
Observatori de Neologia
Universitat Pompeu Fabra (España)