Cuando en 2010 Stéphane Hessel hizo una llamada a la indignación en su opúsculo Indignez-vous!, no podía imaginar ni la repercusión popular que tendría su proclama ni la conversión del título de la obra en el nombre de todo un movimiento político global. De hecho, en una entrevista concedida más adelante en El País, Hessel confesaba que el título del libro era idea de su editora, Sylvie Crossman.
Los indignados o las indignadas (en plural) son las denominaciones usadas para referirse al movimiento político apartidista de reivindicación de una democracia real, popular, nacido simultáneamente en diversos países (las primaveras árabes, la revolución de las cacerolas islandesa, las protestas griegas) pero identificado sobre todo con las manifestaciones y las acampadas iniciadas el 15 mayo de 2011 en diversas ciudades en España.
Fueron los medios de comunicación los que bautizaron el movimiento. El mismo día de las primeras grandes manifestaciones el diario El País ya introducía este nombre en su titular «La manifestación de indignados reúne a varios miles de personas en toda España». A lo largo del mismo mes de mayo, diversos medios españoles (ABC, El Mundo, La Vanguardia, El Periódico de Catalunya, El Público, entre otros) y extranjeros (como Le Monde, Libération, La Repubblica o The Washington Post) se hacían eco de la nueva denominación. Cabe destacar que algunos medios españoles se resistieron bastante tiempo, por razones ideológicas, a usar la palabra indignados para referirse al movimiento y a las protestas, como La Razón o Televisión Española. En cambio, los miembros del movimiento, al menos en sus inicios y si nos circunscribimos a documentos fundacionales o a los hashtags (o etiquetas de Twitter) emitidos, tan solo utilizaban el adjetivo para referirse a sus motivaciones: «todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social»; «Por todo lo anterior estoy indignado» (Manifiesto de Democracia Real Ya, de 2 de marzo de 2011).
En pocas semanas, el movimiento y las acampadas se extendieron a más de 800 ciudades de todo el mundo y el nombre de indignados se transmitió a otras lenguas: os indignados portugueses y gallegos, els indignats catalanes, los aganaktismeni griegos, les indignés franceses, gli indignati italianos o suminduak en vasco. En la prensa estadounidense, aunque también se documenta la denominación indignant en inglés, suele preferirse el uso del vocablo en español.
El carácter neológico de la palabra indignado, indignada proviene del uso nominal del participio del verbo indignar, lo que llamamos en lingüística proceso de conversión, pero fundamentalmente del cambio de significado que aporta esta nominalización. El nuevo sentido remite a este movimiento político que se ha globalizado, pero además incorpora sus principales características ideológicas y de acción política. Los indignados o las indignadas son un movimiento global, que preconiza un cambio de mentalidad, defiende el compromiso político de base y la participación popular en política (iniciativas legislativas, referéndums, consultas), se organiza en asambleas locales y se comunica a través de las redes sociales, y se posiciona en contra del sistema tradicional de partidos políticos y sindicatos («No nos representan»). Sus acciones se orientan específicamente hacia la modificación de las leyes electorales, la defensa de los desahuciados por la crisis hipotecaria, o la oposición a los recortes en los presupuestos públicos y al rescate bancario. Se trata de un movimiento anticapitalista, con consciencia medioambiental y no violento.
Sus detractores lo asimilan a otros movimientos antisistema de carácter violento, pero la mayor parte del movimiento se autodefine a favor de la desobediencia civil pacífica, basada en el debate y la ocupación del espacio público. Por ello, no podemos considerar que descontentos, desencantados o frustrados puedan funcionar como sinónimos de este nuevo sentido de indignados, más específico que el sentido general que se recoge en los diccionarios, habitualmente bajo las entradas indignar e indignación.
El nuevo sentido neológico no se registra aún en los diccionarios de referencia, como hemos podido comprobar en los publicados a partir de 2011: no aparece en el DRAE, ni en el Clave, ni tampoco en el DEA o en el NEOMM.
El Observatori de Neologia registra el neologismo desde su aparición en 2011:
- Los rostros, en grupo y en solitario, se alternan con manifestaciones, pancartas y altavoces, remitiendo a asambleas y acampadas de los indignados. [El Periódico de Catalunya (España), 27/09/2012]
- Es como si, en España, los indignados tuviesen un cauce político organizado. [La Vanguardia (España), 5/02/2013]
También, en fuentes de América Latina:
- Es cierto que los banqueros no gozan del favor de la opinión pública, es verdad que los indignados que acamparon hace más de dos meses en las fronteras de la city son una piedra en el zapato. [Página/12 (Argentina), 28/12/2011]
- Los indignados de Madrid intensificaron ayer sus actividades en barrios y plazas de la capital española para fortalecer el movimiento que tiene su sede en la céntrica Puerta del Sol. [La Jornada (México), 29/05/2011]
- Y cuando el Estado ya no puede financiar el sistema, los ciudadanos […] se rebelan […] y se convierten en los indignados que no aceptan las consecuencias de la quiebra, aferrándose a derechos que las economías nacionales ya no pueden solventar. [Correo Perú (Perú), 29/04/2012]
En las primeras ocurrencias del neologismo en la prensa escrita, en 2011, era frecuente el uso de marcas tipográficas, pero a partir de 2012 la mayoría de contextos muestran que ya no se utiliza ninguna marca de destacado, lo que nos indica el grado de implantación del nuevo sentido asociado al uso nominal en plural.
Otra cuestión interesante que hay que destacar es el uso del femenino genérico, las indignadas, para referirse tanto al género masculino como al femenino. Se trata de un uso marcado, ya que es un ejercicio de contravención de la norma gramatical con finalidad ideológica. Aunque este uso no se documenta en la prensa escrita, aparece en discursos de miembros del movimiento, en publicaciones que se refieren a él («Una revolución rizomática: Las indignadas en España», dentro de Redes de indignación y esperanza (2012), de Manuel Castells), e incluso en eslóganes de pancartas.
Por la implantación en el uso del nuevo sentido más restringido asociado a la categoría nominal, por la extensión en el uso a muchas otras lenguas y por su pervivencia como denominación de un movimiento global de largo recorrido, consideramos que indignado, indignada (m. y f.) es un neologismo diccionarizable, apto para ser incluido en diccionarios de referencia.
(«El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados,
y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar…»
Eduardo Galeano)
Mercè Lorente Casafont
Observatori de Neologia, Institut Universitari de Lingüística Aplicada
Universitat Pompeu Fabra (España)
Me ha interesado mucho el artículo. En general coincido con lo expuesto, pero hay una afirmación que me parece cuando menos arriesgada:
“Se trata de un movimiento anticapitalista, con consciencia medioambiental y no violento.”
Creo que los indignados, al menos los que se identificaron con el llamado 15-M, incluían gente con un abanico de perfiles algo más complejo que eso. La no violencia sí que puede ser un rasgo común, y la consciencia medioambiental también, aunque no creo que lo segundo sea definitorio de todos los integrantes. Pero lo del anticapitalismo es una etiqueta, a mi entender, reductora.
Evidentemente, lo que ha quedado del movimiento años después sí que tiene algo de ese rasgo; pero los que se manifestaron buscaban esencialmente cambios en el proceso democrático y una sociedad más participativa, y muchos de ellos no eran anticapitalistas.
El resto de aspectos, fuera de la petición de democracia real, creo que definen una parte, pero no el todo de lo que representaron los llamados indignados en 2011.
Gracias por tu comentario, Luciano.
Tu opinión nos parece interesante y enriquecedora.
Recibe un cordial saludo,
El equipo de Martes Neológico