El origen de esta expresión hay que buscarlo en la película La dolce vita, rodada y dirigida en el año 1959 por el gran cineasta italiano Federico Fellini. En ella se refleja, en un contexto que tiene de todo menos de dolce, la vida despreocupada y libertina de los personajes que poblaban el ambiente mundano de la ciudad de Roma en aquellos años. El filme cosechó un gran éxito y ha llegado a convertirse en un clásico de la historia del cine italiano y mundial.
Pero su repercusión ha ido más allá de lo meramente cinematográfico, ya que su título se ha convertido en una expresión más o menos corriente en muchas lenguas de todo el mundo, entre ellas del español. La recogen diccionarios del inglés (Oxford English Dictionary), francés (Le Robert) y alemán (Duden). Con dolce vita (sin ningún tipo de adaptación gráfica ni fonética, en ocasiones escrito en cursiva o entre comillas) se indica básicamente un modo de vida despreocupado, relajado e incluso libertino. Así lo encontramos en el que parece ser el primer ejemplo documentado de la expresión:
- Juan Lucas no tuvo en ese instante una pelotita de golf para introducírsela en la boca a Julius que con un inmenso bostezo debutaba en la dolce vita. [A. Bryce Echenique, Un mundo para Julius, 1970]
Aunque la película no fue estrenada en España hasta muchos años después del final de la dictadura, en 1981 (sí que se estrenó en su momento, por ejemplo, en Argentina), en nuestro país ya se había popularizado la expresión y fue utilizada con profusión, por ejemplo, por el escritor y periodista Ángel Palomino en un texto de 1971:
- En «Reventones» hay todos los días mucha gente; la puerta está abierta a los madrileños y a los internacionales de la dolce vita. En el jardín junto a la piscina hay un pequeño bar atendido por el criado chino: un falso chino; se llama Servando López y es de Jadraque, pero con cara de chino. [Á. Palomino, Torremolinos, Gran Hotel, 1971]
La expresión goza de buena salud en español, en particular en los ámbitos periodístico y literario, aunque es bien conocida en el resto de variedades, incluso en el lenguaje coloquial, y es propia no solo del español peninsular sino también del resto de hablas.
Entre los principales diccionarios de nuestra lengua, tres de ellos reservan una entrada para dolce vita: el DEA, que la define como «vida de ocio y diversión refinada y libertina»; el VOXUSO indica «expresión italiana que significa estilo de vida frívolo y placentero»; y el diccionario Clave, más sucinto, dice: «vida frívola». No lo registran, en cambio, los diccionarios académicos (incluido el DLE) ni el de María Moliner; tampoco Alvar.
Dos son las acepciones principales que se pueden identificar en nuestra expresión. La primera es la que hace referencia directa al periodo histórico que refleja la película, es decir, el que se vivió en Italia, y muy en particular en la ciudad de Roma, entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, una vez superada la posguerra, caracterizado por la vida desenfrenada y despreocupada que llevaron numerosas personas de las clases pudientes, con el escándalo consiguiente de una sociedad aún muy puritana como la italiana. Es el que recoge este ejemplo periodístico, con una referencia explícita al director italiano:
- Vayan tapiando la Fontana di Trevi, basta de disipaciones en las escalinatas de la Plaza España y las peliculitas de Fellini me las van censurando para mayores de 21. Les llegó la hora, romanos. ¿No les gustó construir un circo y tirarnos los leones? Fin a la dolce vita. [Hoy (Chile), 23-29/09/1996]
La segunda acepción es la que recogen los diccionarios citados y es claramente derivada de la primera. Haciendo abstracción del periodo histórico, se aplica a cualquier situación caracterizada por el modo de vivir despreocupadamente, atendiendo únicamente a nuestros propios deseos, de manera hedonista. Dentro de ella pueden distinguirse algunos matices o subacepciones. Así, es cierto que en muchas ocasiones dolce vita se refiere a este tipo, modo o estilo de vida, pero también puede designar el entorno físico en el que se desarrolla (a menudo se asocia en España a lugares concretos, sobre todo la Costa del Sol), e incluso al grupo humano que se comporta de esta manera (que incluye a la llamada jet set). Véanse las citas siguientes:
- Definido por la Mostra de Venecia como un verdadero maestro de la dolce vita, Valentino Caravani obtuvo su primer éxito como diseñador a inicios de los años 60. [El Comercio (Perú), 03/08/08]
- La «dolce vita» blanca de Zimbaue. Los blancos controlan un tercio de la tierra [titular de El Mundo (España), 12/07/1994]
- Sin embargo, los nobles, los Grandes de España, parecían sentir diferente, pues una confiada despreocupación y dolce vita era su norma. Garden parties, cacerías, carreras de caballos, fiestas se sucedían, sin que por su mente cruzasen esas sombras que oscurecían los ojos de mamá. [ABC Cultural (España), 20/12/1996]
La expresión ha arraigado hasta tal punto en nuestra lengua que ha desarrollado incluso usos metafóricos, como el siguiente (referido al ámbito eléctrico):
- Y aunque está asumido que esta nueva dolce vita eléctrica tiene un precio —¡y menudo precio!—, no todo el mundo sabe que la mayoría de estos aparatos sigue «chupando» electricidad incluso cuando está apagado, cuando está en reposo. [Información.es (España), 21/07/11]
A la fortuna de esta expresión no han sido ajenos ámbitos diferentes del de la lengua común, como el comercial (por ejemplo, el yogur Dolce vita Yoplait, lanzado en los años noventa, por no mencionar los incontables negocios de hostelería o de moda que lucen la expresión en sus fachadas) o el mediático (como el programa del mismo nombre emitido por la cadena Telecinco entre 2006 y 2007). Podría haber influido también el exitoso lanzamiento del tema musical homónimo del cantante italiano Ryan Paris en 1983.
Cesáreo Calvo Rigual
Universitat de València (España)