Este adjetivo —usado también como sustantivo— no se registra en ninguno de los diccionarios básicos que se han consultado. Tampoco el sustantivo antiminería. Es posible que su ausencia en las obras lexicográficas se deba a que estamos ante un término cuyas primeras documentaciones son relativamente recientes. Comienza a aparecer, en medios de comunicación hispanoamericanos, a partir de la década del 2000.
En efecto, los cerca de ochenta casos recogidos por el Observatori de Neologia se registran solo en prensa publicada al otro lado del Atlántico (Perú, Argentina, Ecuador, Chile, etc.), o en noticias que incluyen periódicos españoles sobre esos países:
- Un lobby de varias ONG antimineras viene presionando y chantajeando al sector Energía y Minas para que acepte la formación de “una mesa de diálogo”. [Expreso (Perú), 6/05/2006]
- Beder Herrera, que llegó al poder con un discurso antiminero y después se desdijo, se declaró “maravillado por la seguridad que la empresa brinda a los trabajadores y el cuidado estricto del ambiente”. [La Nación (Argentina), 7/03/2011]
- La organización asegura en una carta al presidente peruano que las fuerzas del orden utilizaron una fuerza desproporcionada al disparar contra manifestantes antimineros en Cajamarca y exige que se investiguen los hechos que llevaron a la muerte de cuatro personas. [El País (España), 13/12/2012]
- El conflicto antiminero registra tres muertes y más de 200 heridos desde que los campesinos del Valle de Tambo decretaron el 23 de marzo un paro indefinido contra el proyecto minero, al considerar que la explotación cuprífera afectará a la agricultura de la zona. [La Vanguardia (España), 13/05/2015]
Lo mismo sucede si se consulta el Corpus del Español del siglo XXI (CORPES), o los diversos archivos de prensa española y americana que facilita Internet. Hay que esperar hasta 2019 para encontrar este término en un medio digital español:
- Suecia cuestiona el cobre en techos y cañerías. El grupo Natural Step mantiene una campaña antiminería. [Boletín Minero de la Sociedad Nacional de Minería, n.º 1115, (Chile), 1998]
- Están convencidos de que los esquelinos son parte de una “fuerza antiminera”, parte de un poderoso bastión de hombres dispuestos a terminar de aguarles la gran fiesta. [Página12 (Argentina), 26/04/2003]
- Sabemos que grupos antimineros presionan al Gobierno para que no dé paso a la ley. [El Mercurio (Ecuador), 2009, CORPES].
- En cierto modo y en diversos casos, proporcionan sentido y proyección, así como recursos y, eventualmente, ideología al movimiento antiminero. [Diagnóstico de la situación minera en Honduras 2007-2012, ICEF (Honduras), 2014, CORPES]
- La lucha antiminera sigue[…] nos queda el clamor de las redes en nuestras plataformas antimineras. [El Salto (España), 3/06/2019]
Para entender esta circunstancia es preciso tener en cuenta algunos antecedentes socioeconómicos en torno a la actividad minera en los países americanos. En la década de 1990 América Latina pasa a ser un escenario atractivo para la inversión minera extranjera procedente de América del Norte y Europa. Estas industrias mineras realizan una actividad extractiva a gran escala (megaminería), a cielo abierto, principalmente en los espacios rurales más aislados y marginados, donde prevalecen las actividades agropecuarias.
Al mismo tiempo que se instalan estas empresas, surgen los primeros enfrentamientos por parte de las comunidades campesinas e indígenas afectadas. Estos conflictos han girado siempre en torno a la protección de la tierra, el medio ambiente y los recursos naturales. Dicen no a esta práctica extractiva porque las minas a cielo abierto destruyen por completo la tierra, vegetación y vida silvestre de las tierras de cultivo y ganado. En ellas se amontonan toneladas anuales de desechos sólidos; los metales pesados que se acumulan producen ácidos que contaminan los recursos hídricos. En los procesos de extracción se usa cianuro, además de consumir decenas de millones de metros cúbicos anuales de agua, desecando acuíferos indispensables para el consumo humano y el riego de los campos. Tampoco se eleva la calidad de vida de las poblaciones afectadas porque la experiencia en un país tras otro es que, cuando se agotan los yacimientos, las comunidades se quedan con tierras devastadas y sin su actividad agropecuaria como medio de subsistencia.
Tanto los gobiernos como los portavoces de las empresas mineras utilizaron el calificativo antimineras con el fin de desprestigiar a estas organizaciones de la sociedad civil, adjetivo que rápidamente reprodujeron los medios de comunicación escritos y hablados.
En cuanto a su formación, en el neologismo antiminero,-ra se ha seguido uno de los procesos más comunes y productivos de nuestra lengua: al adjetivo minero ‘perteneciente o relativo a la minería’ (DLE) se le une el prefijo de origen griego anti- ‘opuesto’. Sin embargo, aunque su formación morfológica es clara, hay que matizar su significado, puesto que no indica ‘opuesto a la minería’ en general.
Se utiliza para hacer referencia a personas o movimientos sociales que se oponen a un tipo de minería, —metalífera casi siempre— que genera una gran destrucción territorial (en algunos casos de más de 10 000 hectáreas) y toneladas de sustancias contaminantes. Las comunidades se alzan contra la megaminería, también denominada minería metalífera transnacional a gran escala; es decir, explotaciones realizadas por empresas multinacionales que ocupan enormes territorios para su desarrollo y que destruyen el entorno.
Como ya se ha señalado, no se recoge en el Diccionario de la lengua española (DLE); tampoco se le tuvo en cuenta en el Diccionario de americanismos (ASALE) —a pesar de que se documente antes en el español americano que en el peninsular, y, en aquel, con mucha frecuencia en las dos últimas décadas—, ni lo registran los diccionarios de neologismos al uso.
El hecho de que este término se encuentre totalmente integrado en la sociedad hispanohablante americana —donde se ha implementado semánticamente con un significado específico— y comience a usarse en la española, es suficiente mérito para que se le dedique una entrada en los diccionarios generales de nuestra lengua.
María Cristina Egido
Universidad de León (España)
Tal vez falta de registro lexicográfico se deba el hecho de que el diccionario académico ya registra el prefijo “anti-” y el sustantivo “minero”.
Gracias, Ricardo, por tu apreciación; pero ten en cuenta que antiminero no significa estar en contra de los mineros ni de lo minero en general, sino que ha desarrollado una acepción propia “contra la minería conaminante, a cielo abierto y a gran escala”.