descargable adj. y m.

descargable <em>adj.</em> y <em>m.</em>

No hace tanto tiempo, en los primeros años noventa, la humanidad fue testigo del tímido pero afortunado nacimiento de aquello que, por ser inexistente hasta la fecha, se concertó llamar internet. La nueva realidad llegaba ya a este mundo con la intención de dotar de infinitas posibilidades no solo a nuestro día a día, sino también al vocabulario de toda lengua en general y del español en particular —piénsese, por ejemplo, en nuevas voces como hackear, post o youtuber—. Sin embargo, nunca una realidad había sido tan poco material como esta, verdadero almacén intangible y a la vez fácilmente accesible capaz de abastecer a quien a él acuda de un sinfín de contenido que, en ocasiones, puede llegar a formar parte del acopio personal si es descargable. He aquí otro curioso retoño léxico de la era de la información en nuestra lengua.

mover ficha loc.

mover ficha <em>loc.</em>

Cada día se forman nuevos conceptos. A menudo, viajan de un idioma a otro a través de extranjerismos, que pueden adaptarse o no a la idiosincrasia ortográfica y morfosintáctica de la lengua que los acoge. También pueden emigrar despojados de expresión, camuflándose al llegar a su destino en palabras ya existentes, fenómeno que los lingüistas han llamado calco semántico. Este es el caso, muy probablemente, de la locución que hoy nos ocupa: mover ficha.

erte m.

erte <em>m.</em>

En ocasiones, algunas unidades léxicas que son tecnicismos de un discurso de especialidad, por necesidades conceptuales y, sobre todo, sociales, se incorporan al discurso general de la lengua. En este paso, o permeabilización de los discursos, la voz mantiene su significado básico y principal, aunque no con la significación plena que contiene en el discurso de especialidad al que pertenece. Este sería el caso de la voz erte, la cual, siendo un claro tecnicismo del discurso económico y financiero, en los últimos tiempos ha pasado al discurso general del español de España por una clara necesidad sociolaboral colectiva.

frentismo m.

frentismo <em>m.</em>

La bancada del Congreso de los Diputados siempre ha sido una gran cuna para nuevas palabras en nuestra lengua. Los -ismos florecen en el contexto político de manera extraordinaria: algunos son criticados por su oportunismo; otros, por inclinarse hacia el populismo y existe, incluso, el trumpismo. Muchos hablan, por desgracia, de un fundamentalismo islámico que castiga no solo a Occidente, sino también a muchos musulmanes que se ven juzgados. Una de las palabras que ha dado a luz la clase política es la voz frentismo, formada por derivación desde el término frente, que el DRAE23 define como «coalición de partidos políticos, organizaciones, etc.». De entre los diccionarios que hemos consultado, el término frentismo no está presente en el diccionario citado, tampoco en el diccionario Clave ni en el VOXUSO; sí se encuentra, sin embargo, en el Nuevo diccionario de voces de uso actual (Alvar2) y se define como una «táctica política por la que dos o más organizaciones o partidos pactan entre sí para alcanzar un objetivo común, generalmente de carácter electoral, sin pérdida de autonomía para sus componentes». Una acepción similar se recoge en el DEA, que aclara que frentismo es la «tendencia de dos o más partidos a formar un frente común».

tataki m.

tataki <em>m.</em>

La popularidad de la gastronomía japonesa sigue en auge y con ella toda la terminología culinaria asociada. Con total seguridad la comida nipona más conocida sea el sushi, y por eso es la única voz de la gastronomía originaria de Japón incorporada en el Diccionario de la lengua española. No obstante, los diccionarios recogen unas cuantas voces de origen japonés más, mayoritariamente relacionadas con las artes marciales (kárate o karate, karateka, yudo o judo, yudoca, aikido, kendo, dan, sumo, ninja y tatami) u otros aspectos de la cultura nipona (bonsái o bonsai, bonzo, bushido, samurái o samuray, kamikaze, manga, karaoke).

semipresencial adj.

semipresencial <em>adj.</em>

Que la situación actual de pandemia ha supuesto convertir en virtuales —o, mejor expresado para este blog de neología, «virtualizar»— muchas de nuestras actividades cotidianas no es, a estas alturas, ningún secreto. Cuando dicha virtualización no se lleva a cabo de forma total, sino parcial, hablamos a menudo de actividades «semipresenciales», el adjetivo que aquí nos ocupa. Hasta hoy, este neologismo no aparece recogido ni en el diccionario normativo ni en otros de uso, como Alvar2, Clave, DEA o VOXUSO. Su traducción literal a otras lenguas románicas tampoco se recoge en diccionarios como Le Robert, el Gran diccionari de la lengua catalana o Lo Zingarelli.

positivo m.

positivo <em>m.</em>

La crisis mundial del COVID-19 repercute actualmente no solo en el ámbito social, político y económico sino también en los usos lingüísticos de los hispanohablantes para designar las realidades vinculadas con este acontecimiento histórico. De hecho, la RAE (2020) señala: «Nuestro idioma no es impermeable a la sociedad y tampoco lo es a esta pandemia. Un reflejo de esto es que palabras como pandemia, epidemia, cuarentena, confinar, confinamiento, hipocondría, asintomático o, por supuesto, coronavirus aparecen en los puestos más altos de palabras buscadas estos días en el diccionario. Sin duda, la crisis sanitaria generará por sí misma palabras que habrá que atender. Las circunstancias excepcionales producen palabras nuevas, pero que suelen ser efímeras. Aunque se pongan muy de moda luego desaparecen».