El término retrogusto es un tecnicismo compuesto por el prefijo o elemento compositivo latino retro- («hacia atrás») y la base nominal gusto («sentido corporal con el que se perciben sustancias químicas disueltas»; «sabor»). Aunque en español se emplea desde hace varias décadas, en los últimos años esta voz se ha puesto de moda gracias a la terminología de los enólogos en la cata de vinos —especialmente para conocer la «personalidad» de un caldo—, ya que sirve para describir la experiencia que provoca en nuestros sentidos. Este concepto («gusto o sabor que queda de la comida o bebida») se conoce también como regusto, pos(t)gusto, dejo, resabio, persistencia, sabor, final de boca, bouquet interno o sensación terciaria, entre otras. Algunos adjetivos y locuciones con los que suele aparecer son picante, amargo, ácido, dulce, frutal, a regaliz, a roble o a especias
Dos vertientes recorre el interés mediático por la alimentación: en la primera, esta se integra a una trama cultural donde la dieta elegida señala pertenencia social y grado de cosmopolitismo, entre otros valores (a ella corresponde la proliferación de voces como nouvelle cuisine, menú degustación, bagel, seitán); en la segunda, la alimentación se asocia al cuidado de la salud y el medio ambiente, y en este campo de interés encontramos palabras como superalimento, muesli, hormonar y ultraprocesado.
En 1994 la multinacional Danone inició una campaña publicitaria para lanzar un nuevo producto al que denominó yogur griego. En el anuncio aparecía una mujer ataviada con la ropa tradicional de este país, que supuestamente mostraba su enfado porque España le había arrebatado a Grecia su último tesoro más preciado. El uso de los colores propios de la bandera de Grecia (blanco y azul) en el etiquetado, junto a una imagen que evocaba el templo de Poseidón en Sunio (a sesenta y cinco kilómetros de Atenas), provocó ciertos equívocos acerca de su lugar de fabricación y generó una intensa polémica con la empresa productora de yogures en Grecia, Fage Dairy Industry S. A. (FDISA), que desembocó en una demanda judicial. No obstante, el uso del gentilicio fue un artilugio publicitario acerca de sus características, ya que la denominación de griego para el yogur no implicaba que este alimento se hubiera producido en esa zona geográfica. Prueba de ello es que en el etiquetado se indicó la designación del fabricante, así como el lugar en el que el producto era elaborado (Parets del Vallès, Barcelona), por lo que no cabía ninguna duda de que se había fabricado en España. De hecho, en 1998 la campaña publicitaria se modificó y en ella se expresaba claramente que era un yogur «fabricado en España a la receta griega».
El sufijo –ita se utiliza para la formación de nombres de minerales. En la base de dichos nombres es muy frecuente encontrar un antropónimo (el científico que descubrió el mineral, el coleccionista u otro personaje famoso, como morganita o torbenita), pero también puede tratarse de un topónimo (normalmente referido al lugar donde se descubrió o se encuentra el mineral, como columbita o ilmenita) o de otros nombres referidos a sus propiedades químicas (como anhidrita o cromita). En el caso de la kriptonita, se trata del planeta Krypton, de donde procede Superman, el personaje mundialmente famoso creado por DC Comics.
Este neologismo se acuña para designar un recipiente, generalmente elaborado con silicona de uso médico, empleado por mujeres para insertarlo en la vagina y, de ese modo, poder recoger el flujo menstrual. Se caracteriza por ser reutilizable y, por ello, destaca por fomentar la sostenibilidad, tal y como se documenta en numerosas noticias.
El neologismo de hoy es el vocablo de mañana: es afirmación que le oí hace años en mi universidad al catedrático de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Santiago Alcoba. Pero en los últimos años hay una enorme controversia con el problema del lenguaje inclusivo y con los vocablos que este pretende incorporar al español (de España y de América).
¡Os damos la bienvenida al Martes Neológico! La publicación El Martes Neológico (ISSN: 3045-8528) es una publicación editada por el Instituto Cervantes (Madrid) y la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona). Pequeña historia El Observatori de Neologia del grupo IULATERM de la
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La palabra basuraleza es un acrónimo compuesto por los nombres basura y (natura)leza, es decir, del concepto de basura en la naturaleza. Se emplea para hacer referencia a los residuos que el ser humano abandona en entornos naturales (marinos y terrestres) y que contaminan la flora, el agua y afectan a la salud de la vida silvestre y humana.
Desde el punto de vista morfológico, microplástico se compone del prefijo micro- (en su acepción de ‘muy pequeño’) y del nombre plástico, lo que nos lleva a obtener un significado bastante intuitivo: plástico de poco tamaño —aquel que no supera los cinco milímetros, según apuntan los expertos—. Sin embargo, si buscamos este nombre en el DLE, comprobamos que el diccionario de la Academia no recopila todavía microplástico entre sus entradas, pese a registrar otras como microbús, microcrédito, microchip o microficha, en las que el elemento derivativo micro- se ha fijado a las respectivas palabras ya formadas (bus, crédito, chip o ficha). De hecho, la Fundéu, en 2018, en su elección de microplástico como palabra del año, ya denunciaba su ausencia en los repertorios lexicográficos del español.