En textos periodísticos de Argentina, Chile, España, Perú y Uruguay, al menos desde los años noventa del siglo xx se registra con cierta frecuencia la voz opinólogo para designar a las personas que, especialmente en la radio y en la televisión, expresan sus opiniones sobre cualquier tema sin poseer un conocimiento especializado sobre él; la opinología se convierte así en una especie de seudodisciplina cuyos cultivadores reúnen, además, un nuevo requisito: la rotundidad de sus juicios y la simpatía que suelen suscitar en su público, que a menudo se siente identificado con este nuevo profesional que traslada a los medios de comunicación de masas la charla informal (y, en ocasiones, malintencionada) típica de quienes pontifican sobre lo divino y lo humano acodados en la barra de un bar o refugiados en el anonimato que brindan las redes sociales. La voz se atestigua ya en 1990, vinculada al ámbito de la política:
- Revel es un escéptico, un politólogo sin religión ni partido, una verdadera pesadilla de datos para los opinólogos de la salvación. [Juan Malpartida, «Revel y las ideologías», Cuadernos Hispanoamericanos 2/1990, 476: 135]
- Otro de los puntos cardinales de nuestra cultura de masas, es el hombre-opinión, es decir, el uruguayo como imbatible «opinólogo». El uruguayo se cree con derecho a opinar sobre todo, con una audacia, que llega a creerse en serio, que su condición de lego no es suficiente argumento para dudar de sus lapidarias afirmaciones. [Ugo Codevilla, El reciclaje de la izquierda uruguaya, 1993: 115]
En algunos testimonios, en que se manifiesta el hastío por esta moda opinadora, se registra otro vocablo, opinante; frente a opinador, que presenta un notable uso en los últimos decenios del siglo xx y principios del xxi (si bien ya se registra en el siglo xviii), opinante parece denominar generalmente a cualquier persona que expresa sus opiniones, sin hacer de ello una profesión:
- Lo mejor de Guerrero es que […] nos muestra sus hallazgos sin opinar, que es una actitud más que de agradecer en estos tiempos de opinantes, opinólogos y opinómanos. [La Vanguardia (España), 16/11/1993]
Por su parte, opinador (formado con el sufijo –dor, –a partir de la base verbal opinar) se consigna ya en Alvar2 (donde se define como ‘persona que crea o dirige la opinión pública’) y se documenta como sinónimo de opinólogo especialmente a partir de los años noventa del siglo xx en textos periodísticos de España (donde presenta un mayor índice de uso), Colombia, Perú y México. A su vez, tertuliano parece haber ido adquiriendo también en los últimos años un ligero matiz peyorativo, en tanto que analista parece desprovisto de esas connotaciones, pues designa a la persona que observa y analiza los asuntos de un campo de la vida social o cultural apoyándose en su conocimiento especializado sobre él (véase Clave y DRAE-2014, s. v.), si bien en ocasiones se considera también una amenaza para la figura del «intelectual público»:
- Esa figura del intelectual público ha sido reemplazada por la del analista político, el analista económico o el opinante u opinólogo, pero la figura del intelectual público simplemente ya no existe. Yo no tendría ningún problema con que desaparezca la figura del intelectual público si fuera reemplazada con la figura del especialista. [Diario 16 (Perú), 5/05/2014].
En español existen numerosos sustantivos que designan a las personas especialistas en una determinada disciplina o materia formados con el tema –logo, a, como astrólogo, -a, entomólogo, -a o traumatólogo, -a. En esta pequeña lista se puede apreciar que el tema –logo, -a suele combinarse con bases procedentes en última instancia del griego, aunque en la mayor parte de los casos nos encontramos ante neohelenismos que se han acuñado en otras lenguas europeas (particularmente, en inglés y francés) en el siglo xix. No obstante, en nuestros diccionarios se consignan palabras como flamencólogo, futurólogo o vascólogo, en las que –logo, -a se combina con bases que ya no remiten a un origen griego; además, ya en el siglo xix se acuñan algunas palabras con cierta intención humorística, como panderetólogo (‘persona diestra en tocar la pandereta’, registrada en 1850). Con las marcas de coloquial y despectivo (y circunscrito a El Salvador y Honduras) se incluye en el DRAE-2001 el vocablo todólogo, donde se define como la ‘persona que cree saber y dominar varias especialidades’, características que parece compartir con opinólogo y quizá también con chismólogo.
En efecto, cierto matiz peyorativo se desprende de los testimonios en que se recoge la voz para designar a aquellos colaboradores que, aupados generalmente sobre su prestigio como periodistas, políticos o escritores, vierten su opinión sobre cualquier materia como si fuesen expertos, convirtiendo esa práctica en un oficio que suscita cierta desconfianza entre otros profesionales del mundo de la comunicación:
- En una curiosa tendencia en alza, muchos conductores de noticieros televisivos no se limitan a presentar asépticamente la información, sino que toman partido, opinan y realizan reportajes punzantes, dignos de cualquier periodista político. […] La moda «opinadora» incluye a periodistas como […] Jorge Jacobson, de Telefé, que sostuvo: «Está de moda ser opinólogo, que generalmente es un improvisado. Yo no soy opinólogo, sino un periodista con opinión». [La Nación (Argentina), 7/03/1999]
- Aunque las faltas a la ética más notorias en estos tiempos las protagonizan personas ajenas al periodismo, como son «noteros» y opinólogos, es evidente que nadie está libre de culpa. [El Mercurio (Chile), 21/09/2008]
- La guerra de Gaza, entre otras cosas, también demostró que algunos analistas y «opinólogos» (sorpresivos «expertos» en Medio Oriente que argumentan en base a las opiniones de ideólogos con quienes simpatizan), se apresuraron a sentenciar, cual magistrados, qué era verdad o no, en un momento cuando es casi imposible distinguir la propaganda de la información. [La República (Perú), 19/02/2009)
- En Colombia llamamos periodismo de opinión entrevistar opinólogos. Poco o nada hacemos de investigación. [El Tiempo (Colombia), 3/08/2009]
Ninguno de los diccionarios del español ha acogido todavía este sustantivo, circunstancia que, en mi opinión, debería corregirse antes de que la opinología sucumba, en este mundo tan cambiante, ante el embate de nuevos oficios o seudodisciplinas.
Mar Campos Souto
Universidad de Santiago de Compostela (España)
Me pregunto si en España el “opinólogo” no será más bien el “tertuliano”, palabra que, gracias al nivel de nuestras tertulias televisivas, se ha cargado de una connotación negativa.
Opinólogo en Uruguay creo que es una palabra utilizada con frecuencia pero en cierta forma despectiva respecto a las personas que, sin tener mucho conocimiento de un tema o una situación, dan su opinión. Por ejemplo opinólogos en fútbol, en política, etc.
Hoy en día es tan sencillo adaptar una opinión pero un sacrilegio investigar si dicha opinión es incorrecta o hasta peligrosa.
Una opinión digna de un opinologo, una opinión digna de un opinologo.