La preocupación constante del ser humano por su salud y bienestar le ha llevado, en los últimos tiempos, a un gran interés por lo natural y ecológico y a un rechazo de lo artificial y elaborado. Para una alimentación saludable, por ejemplo, se valoran los productos ofrecidos por la tierra de forma natural, sin ayuda de fertilizantes o productos químicos. Esta conexión entre salud y natural ha supuesto una gran valoración de los hábitats saludables y, del mismo modo, un rechazo de aquellos lugares cuya permanencia en ellos pueda resultar nociva para la salud del hombre.