Hace ya algunos años que las ventas de smartphones o teléfonos inteligentes superaron las ventas de los teléfonos móviles tradicionales. La aparición a finales de los años noventa y, sobre todo, la consolidación en la primera década del siglo xxi de dichos dispositivos electrónicos supuso una auténtica revolución tecnológica que perdura aún a día de hoy. ¿Algunos de los hitos alcanzados? En 2011, algunos estudios establecían en un 27 % la cantidad total de fotografías que se tomaban con smartphones; otros estudios auguraban que a finales de 2016 la cifra total de teléfonos inteligentes sería de dos mil millones en todo el mundo. Los analistas económicos sitúan la industria del smartphone como una de las más potentes en la actualidad, y ha supuesto crecimientos destacables del PIB en la mayoría de los países desarrollados.
Sin embargo, no todo lo que rodea a los smartphones son buenas noticias. Según un artículo publicado en La Vanguardia el 27 de enero de 2016, solo en España se calcula que pasamos una media de tres horas diarias usando móviles o tabletas, cifra que aumenta a cuatro horas y media entre los menores de veinticinco años. Las infinitas posibilidades que ofrecen estos dispositivos han provocado que sus usuarios tengan serias dificultades para desconectarse de ellos, con lo que se han alcanzado unos extremos que han sido fructíferos en cuanto a neología se refiere. Por ejemplo, alrededor del año 2012 en Australia apareció el neologismo phubbing, definido en el Oxford English Dictionary como ‘la práctica de ignorar al acompañante o acompañantes para prestarle atención al móvil o a cualquier otro dispositivo móvil’; y, anteriormente, el año 2010 había visto nacer la nueva palabra que nos ocupa: la nomofobia.
Debemos la palabra a un estudio que se llevó a cabo durante el año 2010 en Reino Unido, que se proponía analizar los diferentes tipos de ansiedades que sufrían los usuarios de teléfonos móviles. El diccionario Clave define la nomofobia como el ‘temor anormal y angustioso a no tener la posibilidad de conectarse con el teléfono móvil’. Se trata de un préstamo adaptado del inglés, ya que su origen y su proceso de formación radican en la acronimia (proceso mediante el que se forman neologismos a partir de fragmentos de dos o más palabras) del inglés no mobile (-phone) phobia (no se trata, por lo tanto, de un proceso de composición culta mediante el elemento compositivo nomo-, del griego νóμος, ‘ley’, como podría parecer). De igual manera, el Observatori de Neologia también ha recogido las formas adjetivales nomofóbico, –ca y nomófobo, –ba, dos variantes para denominar a aquel que padece nomofobia.
Veamos a continuación algunos ejemplos de aparición del neologismo de todo el ámbito hispanohablante:
- La nomofobia es el trastorno caracterizado por la angustia de no comunicarse. [El Comercio (Perú), 22/05/2011]
- Un 8 % de los estudiantes españoles sufre nomofobia, una patología derivada del uso de los teléfonos móviles. [La Opinión de Murcia (España), 21/12/2011]
- La nomofobia, el miedo a salir de casa sin móvil, afecta al 53 % de la población. [El Tiempo (Colombia), 1/06/2012]
- La nomofobia consiste en el miedo irracional a estar sin el servicio del teléfono móvil o en todo caso a no contar con dicho instrumento que, en promedio, algunos consultan 34 veces al día. [La República (Perú), 22/02/2014]
- ¿Padece usted nomofobia? El término, que proviene del anglicismo no mobile phone phobia, hace referencia a la ansiedad que sufren los usuarios de teléfonos móviles cuando se quedan sin acceso a este dispositivo o sin cobertura o sin conexión a internet. [La Vanguardia (España), 12/01/2015]
A propósito del tratamiento en las obras lexicográficas de referencia, como ya se ha comentado, el Clave ya lo recoge e incluye una definición, no así el DRAE, el Alvar2, el María Moliner o el DEA. No aparece, tampoco, en el NEOMM. En las lenguas vecinas, y específicamente en inglés, ni el Oxford English Dictionary ni el Cambridge English Dictionary recogen la palabra, algo ciertamente paradójico, habida cuenta de su origen; sin embargo, el Merriam Webster Dictionary, centrado en la variedad estadounidense, sí recoge nomophobia. En francés, Le Petit Robert contempla el neologismo nomophobie como anglicismo, cosa que no hace Le Grand Robert, en el que no hay ni rastro de él. En lengua italiana, el diccionario Garzanti también recoge el neologismo adaptado, igual que el diccionario portugués Priberam, el cual también ha incluido las formas nomofóbico y nomófobo.
Para concluir, como se ha dicho anteriormente, el neologismo nomofobia fue producto de un estudio que se produjo en 2010. Eso explica que desde el año 2011 el Observatori de Neologia haya recogido ininterrumpidamente contextos de dicho neologismo. Es, por tanto, una palabra nueva de indiscutible actualidad, que sin duda continuará apareciendo al mismo ritmo que avance, desgraciadamente, el miedo que provoca dicha dependencia. En cualquier caso, las obras lexicográficas no deberían temer su inclusión y podrían seguir el ejemplo de aquellas que ya lo recogen.
Víctor Ruiz Aldana
Observatori de Neologia
Universitat Pompeu Fabra (España)
En 2009 registré en mi glosario ‘cyberaddiction’ (ciberadicción) y ‘cyberholic’ (ciberadicto), definiéndolos como el síndrome de desorden adictivo que se da ante la necesidad irrefrenable del uso del ordenador, la navegación por Internet y el mantenerse en línea con otros usuarios.
El uso extensivo de los teléfonos y otros dispositivos inteligentes ha terminado por provocar angustia a estar desconectado, que puede derivar en miedo a carecer de conexión, en casos extremos.
A nuevos trastornos de ansiedad, nuevos términos.
Lo que no parece es que esos nuevos términos tengan una construcción basada en lenguas clásicas. Hoy en día el aparato para hablar a distancia sería algo así como ‘speak + distance = speatance’, porque tele+fono sería una entelequia. Las nuevas tecnologías no tienen una gran base humanista.