El lenguaje periodístico relacionado con el mundo del deporte y del espectáculo (cine y música fundamentalmente) necesita constantemente el empleo de nuevos vocablos que le permitan destacar las cualidades de sus protagonistas y conseguir, de esta manera, que el público les preste mayor atención. Esto es lo que ha ocurrido con el vocablo que nos ocupa: después del uso metafórico de voces como estrella, diva, galáctico, etc., se ha necesitado intensificar aún más la excelencia de las características de los protagonistas a los que se refieren y se ha acudido a añadirles algún prefijo intensivo.
grooming m.
La comunicación en línea, y en especial las redes sociales, nos ha permitido conectarnos, y así conocernos y cuidarnos, desde lugares y en modos que apenas unas décadas atrás solo podríamos haber imaginado en una realidad de ciencia ficción. Pero esa misma posibilidad de cercanía virtual es también fuente de innumerables, y novedosas, formas de vínculos perniciosos. Hace unos años, el Martes Neológico se detenía sobre ciberacoso, calificando la actividad a la que la voz refiere como una «inclinación de ciertos individuos a someter al prójimo, a convertirlo en objeto de escarnio, a hostigarlo». El neologismo del que nos ocuparemos hoy, grooming, remite, tristemente, a una de las variantes más execrables del ciberacoso, pues los prójimos sometidos son menores de edad.
gas pimienta m.
Hay palabras que causan dolor; no por sí mismas, sino por los contextos en los que repetidamente las encontramos. El gas pimienta, en concreto, causa dolor e irritación en los ojos y puede incluso ocasionar ceguera temporal a su receptor, si no consecuencias más graves. Se trata de un compuesto químico cuyo principio activo es la capsaicina, componente de los pimientos picantes (género Capsicum); de ahí se toma el segundo elemento de la composición de dos sustantivos que forma este neologismo (gas y pimienta), también conocido como aerosol de pimienta o espray de pimienta
gótico, gótica adj. y m. y f.
A finales de la década de 1970 comienza a emplearse en Inglaterra el término gothic rock (rock gótico) para definir un género musical emergente, que acabará formando parte de un movimiento mayor: la subcultura gótica. Gran parte del éxito de la acuñación del término y la formación del ideario del colectivo se debe a un pub londinense situado en el barrio del Soho, The Batcave Club, donde, a principios de los 80, se congregaban grupos de jóvenes con vestimenta oscura, rostros pálidos, y labios, ojos y uñas pintados de negro que cantaban al unísono canciones de The Cure. Es aquí donde se difunde el rock gótico y se gesta la subcultura gótica formada por sus seguidores, los góticos.