El análisis de las obras literarias y de otras formas de expresión artística, como la pintura, la escultura o el cine, ofrece la posibilidad de sistematizar aquellos rasgos estilísticos característicos de un autor, una especie de sello autorial que se conoce con el nombre de estilema. Fernando Lázaro Carreter, en su Diccionario de términos filológicos (Gredos, 1962), define este neologismo como un «término alguna vez empleado para designar un rasgo o una constante de un estilo», lo que da cuenta del exiguo uso de este vocablo en la fecha de redacción de este repertorio.
doppelgänger m. y f.
Gracias al avance de la tecnología y, en particular, de la inteligencia artificial, en los últimos años han aparecido diversas aplicaciones y páginas web que dicen ser capaces de encontrar a nuestro doppelgänger (doppelgängerin en femenino, en el alemán original) disponibles con tan solo un par de clics. Lo cierto es que, por lo general, la idea de encontrar a un completo desconocido que se nos parezca resulta curiosa, sorprendente e intrigante. Sin embargo, según el folklore nórdico y germánico, encontrarte con tu propio doppelgänger no es otra cosa que un augurio de muerte.
hamletiano, hamletiana adj.
William Shakespeare (Stratford-on-Avon, 1564-1616) es conocido por su faceta como poeta, dramaturgo y actor, y es considerado uno de los autores más célebres e influyentes de la literatura inglesa y universal. Sin embargo, no es tan conocido por su faceta de neólogo. De las más de 1600 palabras que se le atribuyen, algunas fueron creadas por él y otras simplemente las popularizó, pues, si bien se utilizaban, no se habían plasmado nunca en papel. Acuñó palabras como, por ejemplo, gossip ‘chismorrear’, que aparece en La comedia de las equivocaciones, lonely ‘solo, -la’ (Coriolano), y bedroom ‘dormitorio’ (El sueño de una noche de verano) y la expresión break the ice ‘romper el hielo’ (La fierecilla domada). Muchas de ellas siguen formando parte de la lengua inglesa actual y han sido adoptadas por otras lenguas mediante préstamos, calcos u otras técnicas de traducción. Cuesta incluso creer que en un momento dado dichas palabras no existieran. Es indudable, por lo tanto, la gran repercusión que tuvo la obra de Shakespeare no solo en la literatura, sino también en la lengua.
orwelliano, orwelliana adj.
Orwelliano y orweliano son variantes gráficas que provienen del inglés orwellian. La primera aventaja a la segunda en los textos del CORPESXXI, CREA y CDH, así como en BOBNEO, la principal fuente para el estudio de neologismos. Este adjetivo se suma a la amplia relación de formaciones internas o inducidas en –iano -na con base antroponímica: alarconiano (DLE), azoriniano (DLE), barojiano (DLE), becqueriano (DLE), brechtiano (fr. brechtien, ing. brechtian, DLE), byroniano (ing. byronian; fr. byronien, DLE), entre otros derivados relativos a escritores o personajes literarios. Una particularidad de este adjetivo es la escasa o casi nula presencia en la lexicografía de diferentes lenguas. El OED registra orwellian, pero faltan los correspondientes cognados en diccionarios de francés, italiano, gallego y catalán. El Dicionário Priberam Online de Português Contemporâneo contiene esta palabra y la define como adjetivo del ámbito literario: «relativo a George Orwell» y «que ou quem admira ou se dedica ao estudo e à investigação da obra de George Orwell». En la lexicografía del español solo Alvar2 lematiza orwelliano: «del escritor inglés George Orwell». Este diccionario define la acepción relacional, pero no contempla los usos calificativos del derivado de Orwell, autor de obras de gran impacto, especialmente sus novelas distópicas.
kriptonita f.
El sufijo –ita se utiliza para la formación de nombres de minerales. En la base de dichos nombres es muy frecuente encontrar un antropónimo (el científico que descubrió el mineral, el coleccionista u otro personaje famoso, como morganita o torbenita), pero también puede tratarse de un topónimo (normalmente referido al lugar donde se descubrió o se encuentra el mineral, como columbita o ilmenita) o de otros nombres referidos a sus propiedades químicas (como anhidrita o cromita). En el caso de la kriptonita, se trata del planeta Krypton, de donde procede Superman, el personaje mundialmente famoso creado por DC Comics.
autoficción f.
La voz autoficción resulta interesante tanto desde el punto de vista formal como desde el de su contenido. El primer componente de esta palabra compleja lo encontramos en otros vocablos como autógrafo y autómata, tomados del francés autographe y automate, respectivamente. También se halla en voces más recientes del ámbito de la psicología, tales como autoestima, autoconcepto, autocontrol, autoconvencimiento y autoconciencia, en palabras del ámbito educativo: autoevaluación y autoaprendizaje y, entre otros, en términos de la vida diaria como son autoconsumo, autorregulacióny autocomplaciente. El significado que aporta el prefijo culto auto– a estas palabras es un valor reflexivo o, si se prefiere, el de ‘propio’ y ‘por uno mismo’, tal y como señala el diccionario académico (DLE).
pitufo, pitufa m. y f. y adj.
Todos conocemos a los pitufos, esos personajes pequeños y azules, con gorro blanco, que viven en comunidad en un poblado de casas en forma de seta. Creación del dibujante Pierre Culliford (Bruselas, 1928-1992), quien firmaba como Peyo, aparecieron por primera vez en Spirou, semanario de historietas francobelga. El 23 de octubre de 1958, la revista empezó a publicar La flûte à six trous (‘La flauta de los seis agujeros’) de la serie Johan et Pirlouit, en que los dos chicos protagonistas, con la ayuda del hechizo del mago Homnibus, viajan al país de los llamados Schtroumpfs (nuestros pitufos), los cuales han fabricado una flauta mágica. Aunque en un principio los Schtroumpfs fueran secundarios, su aparición tuvo tan buena acogida que enseguida tomaron protagonismo y acabaron teniendo su propio espacio en Spirou. Al igual que el éxito inesperado de los pitufos, la creación de la palabra schtroumpf para designar a estos personajes fue casual: Peyo, en una cena con el también historietista belga André Franquin, en vez de decir salière ‘salero’ usó, sin más, schtroumpf (vocablo que en francés no existe, pero sí se pronuncia como el alemán Strumpf ‘media’), y los dos amigos siguieron la velada hablando en schtroumpf, es decir, reemplazando algunas palabras por esta. Seis meses después, Peyo decidió llamar de esta manera a sus criaturas.
hobbit m. y f.
En el español actual se emplea con frecuencia el término hobbit para hacer referencia a seres imaginarios de baja estatura y grandes pies propios de los personajes del mundo literario del escritor británico J. R. R. Tolkien. Esta voz proviene del anglosajón hol-bytla que significa ‘constructor/habitante de agujeros’, tal como indicó el mismo autor en los apéndices de El Señor de los Anillos. Sin embargo, no es la única acepción del vocablo, ya que en el año 2003 se hallaron en la cueva Liang Bua de la isla de Flores, en Indonesia, restos de especímenes (Homo floresiensis) cuyo tamaño no superaba el metro de altura y el cerebro era pequeño, de ahí que recibieran el apelativo de hobbits debido a sus características físicas similares a la de los seres ficticios de El hobbit.
long seller m.
Desde las primeras décadas del siglo xx, en España, los escritores, y tal vez más los editores, disfrutaban de los beneficios que les proporcionaban las ventas de un best-seller, pues la primera documentación que encontramos de la palabra es en un artículo publicado en 1928 en la revista Avance. El diccionario académico no recogió la palabra hasta su edición de 1992, como best-séller, y a partir de la edición de 2001, best seller. Sin embargo, estos escritores y editores tuvieron que esperar a finales de los años ochenta para saborear el éxito más pausado de un longseller.
no ficción f.
Si consultamos la palabra ficción en un diccionario de antónimos nos da como posibilidades las palabras realidad, verdad e incluso vida. Sin embargo, lo que aparece semana tras semana en la lista de los libros más vendidos, tanto en páginas web de librerías como en los suplementos culturales de los periódicos, se clasifica en la categoría de ficción, contrapuesta a la de no ficción o no-ficción, construidos con el prefijo no-, que es el único en español que presenta un valor de contradicción, valor negativo que supone que la negación de un elemento implica la afirmación de otro, de modo que se excluyen mutuamente. Cabe decir, no obstante, que el estatus de no- es controvertido, puesto que algunos estudios no lo consideran propiamente un prefijo, sino que lo tratan como un adverbio que queda fuera de la formación de palabras.