Es un hecho que las modas son cíclicas. Lo confirman el retorno de los pantalones campana o los cortes de pelo al más puro estilo Farrah Fawcett. En plena era digital, llama la atención que haya escasez de carretes fotográficos o que todavía haya demanda de discos de vinilo o videoconsolas retro. Sin ir más lejos, uno de los regalos estrella de las pasadas Navidades fue el Tamagotchi, la mascota digital que marcó la infancia de toda una generación. Nacido en Japón y comercializado por Bandai en el año 1996, fue un fenómeno en todo el mundo. Todos, niños y no tan niños, vivían pendientes de su nueva mascota virtual. El aparato era sencillo: tenía la forma de un huevo y cabía en la palma de la mano, lo que permitía poder llevarlo a todos lados. En la pequeña pantalla vivía un alienígena compuesto de píxeles al que se tenía que cuidar.
megapíxel m.
Con la aparición de la imagen digital, la fotografía ha dejado de ser un campo exclusivo de los profesionales y se ha generalizado hasta el punto de que hoy en día todo el mundo puede hacer fotografías si tiene un móvil a mano. De esta manera, lo que antes requería un proceso costoso de carácter fisicoquímico, donde un material fotosensible se revelaba para obtener una imagen, ahora tan solo implica un sensor de imagen que digitaliza y guarda las fotografías en un dispositivo. Así, la imagen se resume en un conjunto de unidades homogéneas de color denominados píxeles —o pixeles—, un término que en inglés es un acrónimo de picture element ‘elemento de imagen’.