El análisis de las obras literarias y de otras formas de expresión artística, como la pintura, la escultura o el cine, ofrece la posibilidad de sistematizar aquellos rasgos estilísticos característicos de un autor, una especie de sello autorial que se conoce con el nombre de estilema. Fernando Lázaro Carreter, en su Diccionario de términos filológicos (Gredos, 1962), define este neologismo como un «término alguna vez empleado para designar un rasgo o una constante de un estilo», lo que da cuenta del exiguo uso de este vocablo en la fecha de redacción de este repertorio.
En efecto, son escasas las documentaciones de estilema registradas en BOBNEO, el banco de datos de neologismos lexicográficos desarrollado por la Universitat Pompeu Fabra, que fecha en 1991 la primera aparición del término en la prensa:
- El libro es un buen método de adentrarse en la compleja selva de plurales significantes y estilemas de su Stanley Kubrick… [La Vanguardia (España), 26/7/1991]
- Sin ir más lejos en los últimos años Rocío, Azotes y Columna, Sepulcro y Monte Calvario (por su desafortunado incidente), independientemente de los resultados y las connotaciones de los encargos, han sido sometidos a intervenciones de cambio estético sin seguir las pautas de la restauración encontrando estilemas del propio autor en cada uno de los trabajos (aunque sólo sean referidos al apartado de policromía). [La Opinión de Málaga (España), 21/3/2008]
- Sin duda Tavernier maneja los estilemas del noir norteamericano con sobrada capacidad. [Noticias de Álava (España), 21/3/2011]
- […] mediante sus estilemas más parodiables de modo que aquellos alérgicos a los héroes que superan todos los desafíos mediante la pureza de su corazón y/o las listas de técnicas marciales largas cual temario de oposiciones harían bien manteniéndose alejados de ella. [Cinemanía (España), 1/5/2021]
No hemos podido localizar esta voz en otras bases de datos disponibles en Internet, como el CORPES XXI o el CORDE, y la primera datación ofrecida por el CREA, que atestigua el término en contadas ocasiones en la prensa y en algunas obras dedicadas al cine, coincide con la aportada por BOBNEO.
En cuanto a su formación, este sustantivo se crea a partir de estilo gracias a la adición del sufijo –ema, cuyo uso se ha generalizado en la lingüística moderna, donde es habitual su participación en la construcción de palabras como lexema, morfema o fonema.
Pese a que el uso de este término parece comenzar a extenderse, son pocos los repertorios lexicográficos generales que incluyen la voz entre sus páginas. Entre estos se encuentran el Diccionario de uso del español actual (1999), de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, quienes marcan como término literario este «rasgo o forma estilísticos». Con idéntica definición aparece en el Gran diccionario de uso del español actual (2001), que incluye una segunda acepción en esta entrada: «por extensión, cierta moda de estilo: estilemas juveniles».
- A todos esos culturosos que han generado una mediósfera farandulera y autobiográfica como axis mundi de una historia cancelada y que pontifican verdades finiseculares como si fueran mantras y que encontraron en el rock y en los estilemas pop ese locus amoenus tribal necesario para sobrevivir al tedio y a la mediocridad de su obra fatua […] les diría que dejen de salir del clóset. [The Clinic (Chile), 5/5/2016]
Similar a la primera es la definición que figura en el Nuevo diccionario de voces de uso actual (2004), de Manuel Alvar Ezquerra. En él se incluye un ejemplo extraído de la prensa en 1999, lo que justifica la ausencia de estilema en el Diccionario de voces de uso actual (1994) de este mismo autor.
Sí que es más frecuente, en cambio, la presencia de este término en diccionarios específicos de retórica y poética, crítica y terminología literaria o recursos expresivos. Estos coinciden en señalar que este tecnicismo alude a una construcción formal recurrente que singulariza el estilo de un autor, por lo que puede considerarse una especie de huella dactilar de su lenguaje que lo hace único, que ayudaría a identificarlo de manera inequívoca.
Con este significado se ha popularizado más recientemente gracias a obras de ficción como El cazador de estilemas, de Álex Grijelmo, en la que un profesor de lengua colabora en la resolución de casos policiales mediante el examen de las marcas lingüísticas que presentan los principales sospechosos de un delito. Para ello, emplea eficaces técnicas propias de la lingüística forense, disciplina que ha demostrado sobradamente que la lengua puede delatarnos, ya que es relativamente fácil acertar la procedencia geográfica o social de una persona, entre otras muchas cuestiones, a partir de su forma de hablar o de escribir.
Esta extensión en su uso puede avalar la necesidad de que este neologismo concreto encuentre cabida, próximamente, en el diccionario de la Real Academia Española, sobre todo si tenemos en cuenta que este acoge un número significativo de entradas referidas a la lingüística, la literatura o la retórica.
M.ª Teresa Cantillo Nieves
Universitat Autònoma de Barcelona (España)