Todos conocemos a los pitufos, esos personajes pequeños y azules, con gorro blanco, que viven en comunidad en un poblado de casas en forma de seta. Creación del dibujante Pierre Culliford (Bruselas, 1928-1992), quien firmaba como Peyo, aparecieron por primera vez en Spirou, semanario de historietas francobelga. El 23 de octubre de 1958, la revista empezó a publicar La flûte à six trous (‘La flauta de los seis agujeros’) de la serie Johan et Pirlouit, en que los dos chicos protagonistas, con la ayuda del hechizo del mago Homnibus, viajan al país de los llamados Schtroumpfs (nuestros pitufos), los cuales han fabricado una flauta mágica. Aunque en un principio los Schtroumpfs fueran secundarios, su aparición tuvo tan buena acogida que enseguida tomaron protagonismo y acabaron teniendo su propio espacio en Spirou. Al igual que el éxito inesperado de los pitufos, la creación de la palabra schtroumpf para designar a estos personajes fue casual: Peyo, en una cena con el también historietista belga André Franquin, en vez de decir salière ‘salero’ usó, sin más, schtroumpf (vocablo que en francés no existe, pero sí se pronuncia como el alemán Strumpf ‘media’), y los dos amigos siguieron la velada hablando en schtroumpf, es decir, reemplazando algunas palabras por esta. Seis meses después, Peyo decidió llamar de esta manera a sus criaturas.