Los tiempos de exhibicionismo informático y social que vivimos nos exigen a todos ser un poco desacomplejados, dejar atrás nuestros complejos. Estos tiempos empujan a dar un paso adelante y ser atrevidos, desinhibidos, aparentemente libres de ataduras psicológicas. Nos animan a mostrar públicamente nuestro aspecto físico, nuestra personalidad y nuestras actividades lúdicas en Facebook, nuestra vida profesional en Linkedin, nuestras opiniones en Twitter, nuestra satisfacción o insatisfacción con productos que compramos en foros de consumidores, nuestras bromas en YouTube. Vivimos más que nunca bajo el ojo ajeno, y ello implica luchar diariamente con la vergüenza y el pudor, intentar desterrarlos de nuestras vidas.

gato con sombra de león
Giuliano Maiolini

Pero esta tendencia a la falta de inhibiciones es seguramente anterior al mundo de internet. En el caso de España es posible que comenzara los últimos años del franquismo y se intensificara con la transición. El español, tras duros años de control moral, pudo por fin desinhibirse, desmelenarse, desriñonarse persiguiendo a suecas y suecos en las playas, bajarse al moro entre risas, despojarse de ropa y prejuicios, despelotarse incluso. Abrazó, sin ser muy consciente de ello, el prefijo des-, con un entusiasmo que llega hasta nuestros días. Pudo soñar con ser alguien realmente desacomplejado.

Esta productiva relación de des- y los complejos la podemos ver en los siguientes ejemplos:

  • Acció Psoriasi repartirá calcomanías en la playa para desacomplejar a los pacientes. [Europapress, 13/07/2014]
  • Y es que sólo un pueblo desacomplejado, seguro de sus fuerzas, puede pasar de la adolescencia a la madurez. [La Vanguardia (España), 14/08/1997]
  • Mujeres espléndidas exhiben con orgullo su edad en campañas cosméticas que buscan una identificación más realista y desacomplejada. [El País (España), 9/05/2007]
  • Tamaña ausencia no podía, sin embargo, sorprender de parte de un Presidente cuyo desacomplejado discurso da la espalda a una diligencia que él asimila a una manera de odiarse a uno mismo y a Francia. [La Nación (Chile), 20/09/2007]
  • «Aquí no se trata de básquetbol. Miren a Messi, es más bajo incluso que la mayoría de los japoneses y es el mejor jugador del mundo», comparó el francés Philippe Troussier, ex seleccionador de Japón, tratando de desacomplejar a los futbolistas nipones por su corta estatura. [El Mercurio (Ecuador), 14/06/2010]

Una persona acomplejada, según el DRAE, es alguien que padece complejos psíquicos. Una desacomplejada, según el Observatori de Neologia, es alguien que no tiene complejos. Quizá por las consideraciones históricas antes señaladas, la palabra tomó un matiz de libertad y emancipación, en definitiva, de atributo ideal de la vida adulta y moderna. Se desacomplejan los más acomplejados antes: las mujeres, los pueblos, los enfermos. Aunque, en el fondo, queremos desacomplejarnos todos. No es extraño que un neologismo con tal carga semántica tienda a aparecer en titulares de prensa, para llamar la atención del lector —uno de los fines de los neologismos—, como también vemos en estos ejemplos:

El neologismo desacomplejar, se forma mediante la unión del prefijo des- al verbo acomplejar. Es raro, sin embargo, encontrar formas conjugadas del verbo tales como desacomplejaré, desacomplejabas, etc. Sí es frecuente, sin embargo, la forma desacomplejado -a, el participio de desacomplejar, usado a menudo como adjetivo. Acomplejar es palabra formada a su vez por un proceso parasintético que consiste en la adjunción simultánea de a- y -ar al sustantivo complejo.

Complejo, la base, es un término del campo de la psicología, introducido en el sentido moderno por Karl Jung, discípulo de Freud, en la primera década del siglo xx. Jung describió el complejo como un nodo del inconsciente, una mezcla de sentimientos y creencias, detectable solo por una conducta rara y difícil de comprender desde fuera. Los complejos, esos complicados nodos, se tienen. En inglés, one has a complex, uno tiene un complejo. Pero, curiosamente, no existe un verbo derivado de complex, y por lo tanto tampoco existe un participio o adjetivo. One has or has not a complex, uno tiene o no tiene un complejo, eso es todo. En español, sin embargo, estamos acomplejados o somos unos acomplejados, el complejo pasa a caracterizarnos. Por eso, quizá, es importante poder quitárnoslo de encima. Y para poder quitarnos los complejos de encima, nada como el prefijo des-, ese pequeño morfema prefijal con verdadero poder neutralizador.

Des-, en general, significa ausencia, falta de algo. Un café descafeinado es un café sin cafeína. Una boca desdentada, es una boca sin dientes, y alguien desilusionado es alguien sin ilusión. Pero des- no solo tiene ese poder de eliminar algo: si alguien me comenta que está descorazonado no pensaré por ello que carece de corazón. Una persona descarada no es una persona sin cara, sino más bien alguien que la tiene, y dura. Y despelotarse, algo a lo que a veces nos lleva el ser desacomplejados, no es estar sin pelotas, sino estar precisamente en ellas.

Así que des- no siempre significa sin, aunque en este caso sí. Su función con los complejos es borradora, como la inquietante cabeza de David Lynch. Son los tiempos y a ellos nos entregamos de la mano de este sutil neologismo que a veces, por lo ideal de su significado, no lo parece: desinhibidos, descocados, desmelenados e, idealmente, desacomplejados de una vez por todas.

José Pazó
Departamento de Filología Española
Universidad Autónoma de Madrid (España)

desacomplejar v. tr.

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