No hace tanto tiempo, en los primeros años noventa, la humanidad fue testigo del tímido pero afortunado nacimiento de aquello que, por ser inexistente hasta la fecha, se concertó llamar internet. La nueva realidad llegaba ya a este mundo con la intención de dotar de infinitas posibilidades no solo a nuestro día a día, sino también al vocabulario de toda lengua en general y del español en particular —piénsese, por ejemplo, en nuevas voces como hackear, post o youtuber—. Sin embargo, nunca una realidad había sido tan poco material como esta, verdadero almacén intangible y a la vez fácilmente accesible capaz de abastecer a quien a él acuda de un sinfín de contenido que, en ocasiones, puede llegar a formar parte del acopio personal si es descargable. He aquí otro curioso retoño léxico de la era de la información en nuestra lengua.

Fotografía de una mano con un teléfono móvil junto a una tableta.
Pexels

Este adjetivo, formado por derivación mediante la adición del sufijo –ble a la base verbal descargar, expresa, pues, la cualidad de lo que se puede «copiar o transferir […] en la memoria de una computadora desde la de otra, especialmente a través de internet u otra red informática» (VOXUSO, s. v. descargar) y, aunque entre los diccionarios consultados (Alvar, Alvar2, Clave, DEA, DRAE23 y VOXUSO) tan solo se recoge en el DEA (2011) y en el NEOMM (2013), los datos de los corpus revelan un abundante uso en prensa, y sus primeras apariciones, algo anteriores, tanto en España como en Hispanoamérica:

  • Cue ha señalado, además, que MSN Music, está ofreciendo sólo 500.000 canciones descargables, la mitad de lo que ofrece iTunes actualmente. [El País (España), 05/09/2004]
  • Algunos museos permiten tours online y simulaciones descargables para el iPod, agregó. [El Comercio (Perú), 30/03/2008]

Además de figurar junto a nombres como impreso, imágenes, archivos o libro, nuestro adjetivo se documenta en el español de ambos lados del Atlántico acompañando frecuentemente al sustantivo contenido y conformando el sintagma contenido descargable que, más allá de presentar un significado abarcador, puede hacer referencia específica a todo material adicional y exclusivo (niveles, escenarios, personajes, indumentarias…) disponible para su descarga por parte de usuarios de videojuegos y que también es conocido por las siglas DLC, del inglés DownLoadable Content (idioma en el que, dígase de paso, el adjetivo downloadable parece ser más madrugador que en la lengua de Cervantes, pues se registra, según el Oxford English Dictionary, al menos desde 1982):

  • Trailer [sic] del nuevo contenido descargable para Killzone 2. [El Sur (España), 01/06/2009]
  • A través de contenidos descargables adicionales, los usuarios podrán conseguir más mundos, personajes adicionales y otros elementos. [El Universal (Venezuela), 02/10/2009]

Es precisamente con este significado más restringido al universo lúdico digital con el que se empieza a tener constancia en los corpus de consulta de la voz descargable como sustantivo, categoría con la que aparece en un número mucho más reducido de casos, en su mayoría pertenecientes al español de España:

  • Algo más flojo está el calendario para los usuarios de PSP y PC, que tendrán que bucear en el limbo de los descargables para encontrar algún título interesante, como Super Sidekicks en la portátil o Monday Night Combat para ordenadores, un interesante título de producción independiente que ofrece diversión directa y recoge la simpleza que ofrecían los juegos no hace mucho, cuando contaban con menos líneas de guión [sic] que las superproducciones de Hollywood. [La Opinión de Málaga (España), 22/01/2011]

Si bien es cierto que, tan solo algunos años después, el NEOMM recoge ya el sustantivo aplicado a todo «programa o contenido informático que se puede descargar».

Ampliamente extendida como adjetivo y al parecer cada vez más como sustantivo, la voz descargable constituye, en cualquier caso, una de esas maravillosas creaciones léxicas que han venido de la mano de la World Wide Web, pero que, a diferencia de otros neologismos del ámbito de la tecnología y la informática a los que se ha querido mantener su esencia formal anglosajona, ha sido moldeada por los hablantes de español mediante un sencillo procedimiento morfológico interno de nuestra lengua —quizá influida por la creación anterior en la lengua de Shakespeare—. No más extensa, en definitiva, podía ser la historia de una palabra tan joven, cuyo devenir está condicionado por la frenética evolución de esa inexacta realidad de internet; pero tampoco podía ser más breve que lo que puede tardarse en conseguir un par de capítulos de nuestra serie favorita para ver esta noche en el sofá sin preocuparnos por los fallos de conexión o un cronograma motivador para organizarnos mejor el tiempo —ese que también es atravesado por las palabras—; eso sí, siempre que corran la suerte de ser descargables.

María Madrigal Flores
Historia15
Universidad de Sevilla (España)

descargable adj. y m.

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