kilómetro cero m.

kilómetro cero <em>m.</em>

De todos es sabido que el kilómetro cero es una localización geográfica representativa desde que la que se miden las distancias territoriales. En la antigua Roma este punto estaba representado por el miliarium aureum (los miliarios eran columnas que proporcionaban información sobre las carreteras), ubicado en el Foro, cerca del templo de Saturno. De aquí partían todos los caminos, por eso «conducen a Roma». Es, por otra parte, bien conocido el kilómetro cero de la Puerta del Sol, de Madrid, aunque no falten equivalentes emblemáticos en muchos países.

reubicar v. tr.

reubicar <em>v. tr. </em>

A pesar de que la palabra reubicar no está consignada en los diccionarios de lengua, en principio, su significado es trasparente para cualquier hablante de español: ‘volver a ubicar’. Esto es evidente a partir de sus elementos constitutivos, ambos recogidos en el DRAE23 y en el VOXUSO: el prefijo re- (en este caso, repetición) y ubicar (‘situar o instalar en determinado lugar’ o ‘estar situado en un espacio o lugar determinado’). Ubicar proviene del adverbio latino ubi (‘donde’), ubicatus < ubique (‘en cada lugar’).

retroalimentar v. tr.

retroalimentar <em>v.  tr.</em>

Retroalimentar es un neologismo cuyos elementos constitutivos resultan fácilmente identificables para cualquier hablante de español: el verbo alimentar, por un lado, al cual se adjunta, por otro, el formante culto retro-, procedente del latín y que aparece también en formas como retrotraer, retroactividad o retrovisor. Desde el punto de vista semántico, sin embargo, el proceso de formación de esta voz no es tan transparente como podría parecer a primera vista, pues ambos formantes se toman en un sentido figurado.

ecotasa f.

ecotasa <em>f.</em>

En un mundo como el actual, con un medio ambiente dramáticamente estragado por la superpoblación, la deforestación, la producción industrial, la extracción de combustibles fósiles, los medios de transportes mecánicos (automóvil y avión, sobre todo), el consumo de masas y el turismo, resulta absolutamente lógico que determinadas administraciones supranacionales, nacionales, autonómicas e incluso municipales hayan terminado imponiendo un impuesto especial a los agentes más contaminantes (fábricas, empresas de hidrocarburos, compañías eléctricas, actividad turística, determinados productos de consumo, como neumáticos, aparatos electrónicos, bolsas de plástico, etc.), para sufragar en lo posible los costes del reciclaje o reparación del deterioro que sus emisiones y otras actividades nocivas provocan en una tierra, un aire, un agua, una flora y una fauna que son patrimonio de la humanidad toda.