Es bien conocido que la acronimia es un proceso lexicogenésico que consiste en la formación de una unidad a partir de la fusión de fragmentos de dos vocablos, generalmente el inicial del primero y el final del segundo, aunque hay quien prefiere hablar de «cruce léxico», en la medida en que entra en confluencia  terminológica con el fenómeno síglico. La mayor parte de las veces nos encontramos con creaciones ad hoc, muy características del ámbito publicitario y periodístico. En este último caso, es consabida la tendencia del comunicador a crear voces no exentas de expresividad que le permiten ahondar en la llamada voluntad estilística, configuradora de una personalidad propia ante sus lectores, pero que, habitualmente, no van más allá de un empleo esporádico íntimamente relacionado con el contexto inmediato. De ahí, que si revisamos textos de hace una década, comprobamos el carácter efímero de muchas de estas piezas léxicas, pues no es raro encontrar hápax que cumplieron su función. No podemos olvidar, por otra parte, que se trata de un recurso muy empleado en las creaciones humorísticas, tal y como se refleja en no pocos diccionarios burlescos. En todo caso, es un mecanismo de relativa productividad que, incluso, ha dado lugar a palabras muy generalizadas como emoticono, reprografía, helipuerto o cantautor, sin olvidar constituyentes afijales como euro– o narco-.

Imagen de un astronauta en un paisaje desértico
Flickr (Bre Pettis)

La voz conspiranoico, derivada de la fusión de conspiración y paranoico, es un claro ejemplo de este tipo de formaciones, que tiene acreditado su uso desde hace algunos años, si nos fijamos en las múltiples citas de textos, fundamentalmente periodísticos. Se emplea para aludir a los que creen en las llamadas «teorías de la conspiración», las que aluden a creencias infundadas, dada la práctica ausencia de datos objetivos que  corroboren lo defendido. Pero precisamente, como se ha dicho en más de una ocasión, la falta de fuentes verificadoras se convierte para los seguidores de estas creencias en un argumento que prueba la existencia de una mano oculta que borra cualquier atisbo de conocer la verdadera realidad de los hechos. Gracias a este bucle nos encontramos con infundios más o menos interesados y no pocas veces hilarantes.

Es obvio que no estamos ante algo nuevo, pues a lo largo de la historia no son pocas las conjeturas a las que se ha acudido para explicar fenómenos muy diversos. Por supuesto, la ficción ha encontrado un buen caldo de cultivo para desarrollar un sinfín de narraciones, sobre todo de carácter distópico. Sin embargo, el vocablo sí es relativamente reciente, por más que su expansión sea un hecho, dado que el uso de las redes sociales permite que se divulguen, con una rapidez hasta el momento inédita, de forma más o menos compulsiva, las hipótesis más descabelladas. Esto implica, por supuesto, el empleo de la voz con un sentido eminentemente disfemístico, al igual que ocurre con las formas sustantivas conspiranoia y, en menor medida, conspiramanía y conspiralocura. Incluso se ha hablado de una nueva «ciencia», la conspirología.

El vocablo que nos ocupa no se encuentra recogido en el Diccionario de la Real Academia Española ni en el NDVUA, aunque sí aparece en Neologismos del español actual de María Moliner, con dos acepciones, la adjetiva (‘de la conspiración’) y la sustantivada (‘afectado de conspiranoia’). En el primer caso, la cita de este último repertorio coincide con la registrada en el CREA, perteneciente a un texto ensayístico del año 2003, mientras que en el segundo se incluye un ejemplo extraído del periódico español ABC, correspondiente a 2012. El CORPES XXI incluye ocho ejemplos (tres en su acepción adjetiva y cinco en la sustantivada), periodísticos y no periodísticos, publicados entre 2003 y 2011; solo uno de ellos pertenece al español de América, en concreto a Argentina. Por su parte, los seis casos recogidos en BOBNEO, entre 2008 y 2011, se restringen al empleo como forma sustantivada.

Frente a lo que sucede en otras lenguas románicas como el francés (donde rara vez se recoge conspiranoique, pues predomina la voz sancionada lexicográficamente conspirationniste) o el italiano (además de cospirazioniste, complottista está muy extendida), los datos que manejamos, con citas desde 2010, corroboran la frecuencia de uso tanto de la forma adjetiva como de la sustantivada. Aunque se encuentren más ejemplos pertenecientes al ámbito peninsular, no faltan tampoco casos de empleo en el español de América:

  • Por mucho que Mayor Oreja insista en sus permanentes inventos conspiranoicos, todos los pasos que viene dando ese complejísimo   mundo que siempre arropó a ETA han sido por iniciativa propia y después de un largo debate interno. [Público (España), 6/09/2010]
  • Según predican los más agoreros, el calendario Maya ha iniciado la cuenta atrás para la extinción de la raza humana. El Apocalipsis tiene fecha: 21 de diciembre de 2012. Fanáticos y conspiranoicos apuestan porque ese día un enorme meteorito chocará contra la tierra acabando de raíz con el mundo que conocemos. [El Espectador (Cuba), 19/04/2012]
  • Un panelista de dos programas de TV del canal chileno La Red, Juan Andrés Salfate, famoso por sus investigaciones de corte «conspiranoico», fue detenido en la tarde del martes por la presunta venta de 30 gramos de cocaína fraccionados. Desde el canal se solidarizaron con Salfate. La policía aún no logró determinar de quién o para quién era la droga. El panelista salió libre y aseguró estar ayudando a un amigo del canal. [Urgente24 (Argentina), 13/06/2012]
  • El fiscal anticorrupción Pedro Horrach registró ayer en el juzgado un nuevo escrito preventivo en el que presenta al instructor del caso Urdangarin, José Castro, como un ignorante y un conspiranoico. [El Mundo Catalunya (España), 16/01/2014]
  • Aunque el espíritu conspiranoico busca los más esperpénticos causantes, la data acumulada por el Cuerpo General de Bomberos apunta hacia razones más mundanas. [El Comercio (Perú), 19/11/2016]
  • David Abril, portavoz parlamentario de Més, afirmó ayer que la contratación por parte de Xelo Huertas de un detective particular demuestra que la expresidenta del Parlament «tenía una concepción un poco conspiranoica», de tal modo que desconfiaba incluso de «los propios responsables de seguridad» del Parlament. [Diario de Mallorca (España), 31/01/2017]

Estas citas muestran que el vocablo tiene total vigencia, pues su empleo crece, sobre todo en los últimos tiempos, especialmente revueltos y muy dados a creencias poco razonadas y en nada razonables.

Juan Manuel García Platero
Universidad de Sevilla (España)

conspiranoico, conspiranoica m. y f. y adj.

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