Techo de cristal es una expresión metafórica que hace presente que las mujeres tienen más dificultades que los hombres para ascender a los puestos directivos, aunque estén sobradamente cualificadas. Dichas dificultades tienen que ver con rasgos que por su invisibilidad son difíciles de detectar.

Ilustración con dos ejecutivos en una escalera: uno en la cumbre y otro ascendiendo, y una mujer fuera de ella con un techo de cristal.
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El sintagma nominal techo de cristal es fruto de un calco fraseológico del inglés glass ceiling. La metáfora inglesa fue acuñada a principios de los ochenta, al parecer, por Gay Bryant, cuyas palabras aparecieron citadas en un artículo de Adweek de N. Frenkiel en 1984. En 1991 la Ley de los Derechos Civiles estableció la Federal Glass Ceiling Commission de los Estados Unidos (cuya finalidad era identificar las causas de la discriminación que sufrían las mujeres), lo que determinó el paso de la expresión a la terminología oficial y su registro en diccionarios y repertorios léxicos. La primera referencia impresa se registra en el Oxford English Dictionary (adiciones de 1997) que define el calco como una barrera, no oficial ni reconocida, para el avance personal, especialmente de una mujer o de un miembro de una minoría étnica.

La metáfora, potenciada desde los ámbitos feministas, se extendió rápidamente y ha sido adoptada no solo en español, sino también en otras lenguas como el italiano (Lo Zingarelli registra soffitto di cristallo desde 2011) o el francés (plafond de verre aparece en la novena edición del Dictionnaire de l’Académie). Es muy recurrente en ámbitos políticos y en encuestas y estudios sociológicos relacionados con la situación profesional de las mujeres en la actualidad:

  • Y aunque son muy pocas las mujeres en cargos directivos, «el llamado techo de cristal tiene fisuras y cada vez más mujeres acceden a cargos de decisión», asegura Joaquima Alemany, diputada y vicepresidenta del Institut Català de la Dona. [La Vanguardia (España), 8/03/1996]

Se trata de un calco suficientemente arraigado, por lo que no suele aparecer entrecomillado en los medios de comunicación, aunque no es extraño que aparezca acompañado de una definición que explica su uso metafórico:

  • Es lo que llamamos el techo de cristal, normas no escritas que le impiden a las mujeres avanzar hacia los lugares de toma de decisión. [Las Últimas Noticias (Chile), 12/06/2016]

Al igual que ha sucedido con glass ceiling, el calco español techo de cristal se emplea, por extensión, para aludir a los obstáculos que dificultan el avance a minorías u otros grupos marginados (por nacionalidad, raza, religión, orientación sexual, etc.):

  • Aunque el antiguo banquero de Rothschild no sea percibido como un ardiente defensor de las minorías, al menos no aparece como un islamófobo reaccionario y puede seducir a una minoría diplomada de los barrios periféricos, inmigrantes de tercera o cuarta generación que se topan con un techo de cristal, ha explicado Talpin en Libération. [El Periódico(España), 16/04/2017]

En el ámbito del feminismo este concepto está relacionado con otros creados posteriormente y también con metáforas procedentes del mismo campo semántico. Nos referimos a techo de diamante, techo de cemento y suelo pegajoso. El sintagma nominal techo de diamante, acuñado por Amelia Valcárcel en La política de las mujeres (1997), se refiere al hecho de que, en nuestra sociedad patriarcal, el hombre es un «objeto de aprecio» y la mujer es «objeto de deseo», lo que impide que se valore a las mujeres por criterios estrictamente profesionales, mermando su autoestima para aspirar a puestos de responsabilidad. La expresión techo de cemento se emplea para aludir a las limitaciones que se autoimponen las propias mujeres cuando deciden no promocionar debido al alto coste personal y familiar que puede conllevar la asunción de nuevas responsabilidades:

  • Hay muchas causas —tangibles e intangibles— para explicar la situación asimétrica que perpetúan las empresas europeas; casi todas se integran en la idea de techo de cristal. El concepto está algo manido, pero no por estudiado se ha conseguido derribar. Sigue siendo casi tan sólido como siempre. Y más allá, las mujeres que han logrado astillarlo y alzarse se siguen topando con otros techos. Algunos erigidos por ellas mismas —lo que se ha llamado techo de cemento, autoimpuesto por las elecciones personales, muchas derivadas de miedos— y otros por parte de la estructura empresarial: escasa flexibilidad, horarios complicados, reuniones tardías, viajes, fomento de la presencia en la oficina más que el trabajo por objetivos… [El País (España), 11/04/2012]

Con la expresión suelo pegajoso se alude, por un lado, a las tareas domésticas, de cuidado y vida familiar de las que tradicionalmente se han ocupado las mujeres y, por otro, a las profesiones feminizadas, infravaloradas y mal remuneradas que suponen un obstáculo para su desarrollo profesional:

  • El suelo pegajoso, el primer obstáculo del techo de cristal [20minutos.es (España), 26/03/2018]

De los 16 ejemplos de techo de cristal que consigna el corpus CREA, dos corresponden al uso metafórico relacionado con la discriminación de las mujeres. A pesar de lo arraigada que está la unidad léxica, no la hemos encontrado catalogada en ninguno de los diccionarios de referencia del español actual consultados ya sean generales (Clave, DEA, VOXUSO) o de neologismos (NEOMM, Alvar2). Cabría preguntarse si no existe también una barrera lexicográfica que dificulta la entrada en los diccionarios de palabras que denuncian la discriminación hacia las mujeres.

Susana Guerrero Salazar
Universidad de Málaga (España)

techo de cristal m.

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