A estas alturas nadie es ajeno al furor con el que, desde hace ya bastantes años, hombres y mujeres de este nuestro mundo se han entregado y se entregan a la actividad deportiva de correr al aire libre. Hábito que, lejos de ser una moda pasajera, cuenta cada vez con más y más adeptos, algunos de los cuales, sin ser profesionales del atletismo, han hecho de él un auténtico modo de vida. De tal manera que hoy en día es cada vez más frecuente encontrar referencias a una nueva especie: el homo corredor u homo runner, caracterizado por su obsesión por correr, correr y correr, reactivando así una de las capacidades propias del ser humano, perdida por sus antecesores y cultivada en tiempos no muy lejanos solo por los deportistas de elite. Cierre el respetable lector los ojos y evoque las ocasiones en las que, en cualquier lugar y a cualquier hora del día, no se ha cruzado por la calle, el parque, el campo o la carretera con un congénere practicando lo que antes se denominaba footing o jogging y ahora todos conocen como running. Reconozca, incluso, con orgullo si no es él mismo uno de estos entusiastas de las endorfinas.
tarjeta black f.
El término tarjeta black nació en mayo de 1988 según reconoció la fundación de la antigua Caja Madrid, aunque no es hasta 2014 cuando este término cobró gran importancia con el descubrimiento de una investigación que acusaba a 86 consejeros de haber gastado 15,5 millones de euros de la empresa de forma indebida mediante el uso de estas tarjetas. Las tarjetas black eran un sistema ideado por los responsables de Caja Madrid para agradecer los favores a directivos y altos cargos de la entidad. Las recibían los consejeros y directivos y no se tributaba por ellas (ni la entidad ni ellos mismos), de modo que Hacienda no tenía constancia de su existencia. Estas tarjetas tenían límites de gasto según el puesto que se ocupaba y fueron utilizadas para gastar cantidades indecentes de dinero en todo tipo de compras, lo que provocó el hundimiento del banco Caja Madrid bajo la dirección de Miguel Blesa. Este caso de corrupción fue muy polémico, ya que España tuvo que rescatar a la entidad con dinero público, de modo que afectó a toda la población.
turismofobia f.
El compuesto a la manera culta turismofobia es un resultado claro de la creciente masificación del turismo que se ha experimentado en todo el mundo en los últimos años y de las reacciones que provoca. Se trata de una voz de introducción muy reciente: la primera documentación de este neologismo en el Observatori de Neologia data de 2010.
bretzel, brezel m.
Ninguno de los grandes diccionarios del español ni de neologismos (Alvar1, Alvar2, Clave, DEA, NEOMM, VOX) recoge la palaba brezel o una de sus variantes, y quizás no son numerosos los hablantes del español que sabrían utilizar o reconocer el término que designa el bollo en forma de lazo. No obstante, la realidad designada será familiar a muchos de ellos, por lo menos en algunos de sus aspectos. Como muchas palabras concretas, esta voz está sólidamente arraigada en la realidad y la percepción que tenemos de ella: tiene forma, extensión, consistencia, color, olor, sabor —y, por si fuese poco, tiene además un valor icónico: la versión salada del brezel forma, junto con las salchichas y la cerveza, resume una de las imágenes más estereotipadas de Alemania, la fiesta de octubre de Múnich. Pero hay más variantes que son elementos recurrentes en mundos mentales cargados de emoción: así, cubierto de chocolate, solemos encontrarlo en representaciones de árboles navideños a la antigua usanza o en la casita de la bruja de Hansel y Gretel. Es decir, también en entornos hispanófonos solemos conocer la cosa, sin tener la ocasión de hablar de ella —y por lo tanto, la necesidad de designarla.
metanfetamina f.
En la sociedad actual en la que vivimos es habitual la creación y proliferación de nuevos tipos de drogas. En muchas ocasiones para el diseño de estos productos se suele partir de sustancias químicas ya conocidas y utilizadas con finalidades médicas, y así, muchas de estas «drogas emergentes» parten de la legalidad dada a productos recetados para tratar problemas de salud.
fondo buitre m.
El recurso a las metáforas basadas en la animalización de actitudes o rasgos de los seres humanos es muy frecuente en el léxico cotidiano: se dice de alguien que es un tigre o un león cuando se desea aludir a su coraje y fuerza o a su crueldad, o que es una tortuga para señalar la lentitud de sus acciones. Muchas de estas metáforas se observan en distintas lenguas, algunas incluso están lexicalizadas y se registran en diccionarios de lengua. Este recurso, sin embargo, no es exclusivo de la comunicación general. Así, en la comunicación coloquial del ámbito de las finanzas es muy frecuente utilizar fondo buitre para hacer referencia a un tipo de fondo privado de inversión, que compra empresas en situaciones de quiebra o títulos de deudas externas de países para luego especular con el cobro. Estos fondos merodean, acechan a instituciones débiles, tal como lo hacen las aves de rapiña con sus víctimas, y esperan el momento más desfavorable para exigir un monto superior.
biopolítica f.
En este blog ya ha aparecido un neologismo con el formante bio-: biopic, tomado del inglés, donde se formó por acronimia a partir del sintagma biographical picture. El que nos ocupa ahora es biopolítica, cuya estructura morfológica incluye la base culta bio- y el sustantivo femenino que designa, entre otros sentidos, el ‘arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados’, la ‘actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos’ y la ‘actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo’ (DRAE23: 7.ª, 8.ª y 9.ª acs., s. v.).
hipster m. y f. y adj.
El préstamo procedente del inglés hipster es una de las muchas palabras que se han incorporado a nuestro inventario léxico en los últimos años. Su origen, sin embargo, se remonta a la década de los 40 del siglo xx. Por aquel entonces los músicos de jazz empezaron a utilizar las denominaciones hepcats y hipster para referirse a los seguidores de la emergente subcultura afroamericana, lo que conllevaba ser un entendido o conocedor de este nuevo género musical. Las dos denominaciones se podían utilizar indistintamente, ya que la voz hep (en la onda) y la voz hip (a la moda) venían a significar lo mismo. Con el tiempo el término hepcats cayó en desuso y fue hipster la voz que prevaleció.
ludificación f.
Este vocablo se ha creado partir de la forma latina ludus (‘juego’), al igual que lúdico, ludópata, ludopatía o ludoteca (independientemente de que esta última voz nos remita como étimo inmediato a la forma francesa) y designa el empleo de recursos propios del juego en actividades o ambientes que, en principio, no parecen propicios, con un fin esencialmente motivador. Aunque inicialmente se utilizó en el ámbito empresarial para fidelizar clientes o conseguir que los trabajadores alcancen los objetivos marcados, con el tiempo se ha empleado en otras áreas, como la sanitaria o la educativa, desde un enfoque competitivo o cooperativo. No se trata de algo tan nuevo como parece, pues no son pocos los casos en los que tradicionalmente el marketingse ha hecho eco de diversos mecanismos para conseguir los fines perseguidos y desde hace bastante tiempo son muy variadas las técnicas glosodidácticas que han recurrido a actividades y entornos lúdicos para que la enseñanza y el aprendizaje se desarrollen con el éxito esperado. Sin embargo, el empleo de esta pieza léxica sí es relativamente reciente.
marmitako m.
El nombre marmitako tiene mucha vitalidad como mínimo en el español hablado en el País Vasco, y hace referencia a un guiso tradicional de patatas y atún o bonito. Marmitako tiene su origen en un sintagma cuyo núcleo es una posposición que en esta lengua es habitualmente un sufijo. –Ko es más o menos similar en su amplio contenido léxico a la preposición española de, y en lengua vasca marmitako es literalmente ‘de marmita’. Marmita es un sustantivo perfectamente asimilado en la lengua española, aunque según la Real Academia Española proviene del francés marmite. Marmita no goza de mucha vitalidad dentro de la lengua vasca actual, pero está recogido en el diccionario de la Academia de la Lengua Vasca, y tiene una documentación tardía (1860), aunque curiosamente centrada en la zona del País Vasco en la que además del euskera se habla español.